Miguel Ángel era un chico extremadamente sensible. El amor se le negaba y buscaba ser amado. A cambio de ello estaba dispuesto a entregar todo su amor.
Las cosas no pintaban muy bien en su vida personal; pero un día se reencontró con una joven mujer de la que se había enamorado dos o tres décadas atrás.
Era una especie de amor platónico, limpio, pulcro. Nadie más sabía de sus sentimientos. Ni siquiera ella.
Después de tanto tiempo Miguel Ángel se armó de valor y, aunque con muchas dificultades, logró transmitirle ese sentimiento de amor.
La mujer se sorprendió, pero le dijo que le encantaba que le dijera que la amaba. Ella aparentemente le correspondía; sin embargo empezó a jugar con dos fuegos: Por un lado siguió abrigando esperanzas en Miguel Ángel, pero por otro alentó a otro hombre, quien le hizo creer que quería sostener un encuentro con esa hembra.
El tercero en discordia armó su propio juego. Ella simulaba amar a Miguel Ángel, pero también empezó a sostener una relación cercana con este otro. La mujer mintió una y otra vez, engañando a Miguel Ángel.
Éste descubrió la traición, y a partir de ahí volvió a sumergirse en el mundo del desamor, triste, abatido, como estaba acostumbrado. La experiencia le había ocasionado un gran dolor; y esa ilusión que se había forjado se esfumó como por arte de magia, todo por culpa del engaño y la mentira.
Mentir o no, sea cual sea el objetivo, debe hacerse con la conciencia de que en el proceso podemos dañar a alguien, pero sobre todo a nosotros mismos, perdiendo la credibilidad y confianza de los demás.
En la vida todo se consigue luchando. Las alegrías, las tristezas, los triunfos y los fracasos se reciben con humildad; lo que nos toca es aprender a disciplinar nuestra conducta, dominar nuestros impulsos. No tratemos de escapar de la verdad por más dura que esta sea.
El ser humano se hace hombre cuando empieza a enfrentar todos sus temores, cuanto más difícil sea este, su triunfo es más alto. Me parece que tapar una realidad es caer en un hoyo muy profundo, del cual es difícil salir. Se puede salir, ¡Pero con mayores heridas!, como el caso de Miguel Ángel.
Discussion about this post