Al pasar por El Altar y Caborca se me estruja el corazón, me siento impotente recordando cuántos han muerto en el intento. Perder la vida ante el lobo gigante. Asesino del desierto.
LOS ÁNGELES, CAL.
El hombre nómada a través de su evolución necesitaba proveerse, resguardarse, obtener, satisfacer necesidades; recorriendo siglos y territorios en un mundo agreste.
Descubrir la semilla y su floración, el crecimiento de lo que se comía, y no solamente la caza y la pesca, también el fenómeno de la germinación, el descubrimiento del fuego y su dominio, absorto de los ciclos de la lluvia, explorador de la naturaleza, incidir para aprovechar recursos y elaborar herramientas.
Tanto, tanta historia. La vida y la muerte. Caminando, recorriendo entre el peligro, llegó el tiempo sedentario, sus construcciones y el domesticar a ciertos animales. Enseñarse a compartir y organizar. Se armaron comunidades primitivas, culturas diversas en grandes porciones del planeta…
Es lo que pensé y recordé en el momento de entregar la visa electrónica que una máquina escanea para conocer mi identidad y mi historial. Me siento triste por que tengo la oportunidad de ingresar a uno de los tantos imperios que han existido; mientras que a tantos migrantes les cuesta la vida en la travesía de cruzar la frontera para procurarse de mejor vida para sí y los suyos, quienes regularmente se quedan rezando por ellos en algún lugar de México o Centroamérica.
Con el Cristo en la boca, de nuevo el hombre errante. Migraciones que no se pueden esconder, es la peregrinación de la esperanza. En mi barrio salieron, han dejado caseríos. Los comprendo y me duele al ver el muro, los dos separados, la tecnología para detectar cualquier humano o movimiento.
Nadie pidió nacer pobre en un país injusto en dónde la riqueza se concentra en unos cuantos. Al pasar por El Altar y Caborca se me estruja el corazón, me siento impotente recordando cuántos han muerto en el intento. Asesinados por alguien con una sombra de sangre. Perder la vida ante el lobo gigante. Asesino del desierto. En caravana o solos a su suerte con todo en contra, aferrados al recuerdo de lo que dejan y las oraciones de la madre, esposa, hijos.
Es un territorio desconocido. La muerte acecha por el sueño americano. Su nombre queda en la memoria. En la fotografía conservada. Sus huesos y su alma quedan frente al sol que calcina…
Nos leemos mañana, ¿sale?
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