Rumbo al centenario de haberse constituido Nayarit, como estado libre y soberano.
A menos de tres años en que estaremos celebrando el centenario de nuestro querido Estado de Nayarit, sin duda, aunque los dineros no están como para hacer derroche, esperamos se prevea un evento cívico cultural digno de esa fecha y que no se convierta en eventos patrocinados solo por las cerveceras.
Cómo el disco duro de mi cerebro parece estar formateado, ya muchas cosas empiezan a estar en la bandeja del reciclaje. Estoy repasando algunos capítulos de la historia de mi querido estado para estar a tono con la gran celebración.
Hurgando en el libro “APUNTES PARA LA HISTORIA DE NAYARIT”, me detuve en el capítulo: “DESDE CUANDO SE LLAMÓ NAYARIT”. Y bueno, dada la celebración que se aproxima, justo es refrescarnos la memoria. Comparto las siguientes líneas:
Desde 1542, en que el Virrey don Antonio de Mendoza hizo la campaña contra los indios rebeldes, se retiraron muchos a la sierra del Nayarit e hicieron causa común con los allí existentes para tratarse como libres e impedir la entrada a todo gobierno o misión de españoles.
Su influencia se extendía hasta los pueblos vecinos a la sierra, pues muchas veces se desmandaron contra las justicias (seguramente parciales al encomendero) los de Acaponeta, Centispac, Itzcuintla, Teul, Colotlán, etc.
Por el año de 1548 los indios de Huaynamota, que anteriormente habían ofrecido obediencia, se alzaron cuando los administraban dos religiosos de vida ejemplar: Fray Andrés de Ayala, hermano del Obispo de Guadalajara y Fray Francisco Gil, originario de Tepic, que había tomado el hábito en Valladolid, hoy Morelia.
Como los indios veían que los de su raza que se habían cristianizado, se confesaban con los misioneros, creían que con tales secretos se trataba de su daño, y esta circunstancia, unida a la general animadversión a todo poder extraño, exacerbó la situación de los predicadores.
Un día antes, dice el Padre Tello, un indio avisó a los sacerdotes del peligro y no le dieron crédito.
– Pues veréis que no han de venir a misa las mujeres y las niñas, y esa será la seña.
Los misioneros lo advirtieron tarde. El padre Ayala murió a flechazos con un crucifijo entre las manos. Al padre Gil, en la huerta del convento, también le quitaron la vida. Al primero le cortaron la cabeza y la cocieron.
La Real Audiencia de Guadalajara levantó cien hombres, que salieron de Zacatecas a cargo del capitán Juan de Salas. Se llevaron en collera a dicha ciudad más de mil, en donde fueron ajusticiados doce, otros azotados y muchos más repartidos en varios pueblos, de donde al poco tiempo se fugaron. Se cree ser estos los primeros apóstatas que hubo en Nayarit.
No dejaron de ser una obsesión para los misioneros la conquista espiritual de la sierra. Ver las cumbres de Nayarit y no aventurarse hacia ellas, era un esfuerzo grande para los frailes, y algunos se encaminaron hacia allá, con suerte diversa.
Por 1613 subió a pie, y descalzo un franciscano llamado Miguel de Oranzú. Con dádivas, modestia y benevolencia llegó hasta las cumbres. Encontró una vez – dice Mota Padilla – una multitud de indios capitaneados por un gandul fuerte, a quien se sujetaban. El Fraile los exhortó a convertirse al cristianismo y aquel contestó que el avisaría cuando habían de recibir la predicación, que todavía no era tiempo. Y al preguntarle el padre su nombre, dijo llamarse NAYARIT. Este nombre pasó de padres a hijos en aquellas generaciones.
El sacerdote divulgó el nombre entre los religiosos para que tuvieran indulto al subir a aquella Sierra y de aquí nació tener dicho nombre y se difundió. (Apuntes para la Historia de Nayarit. Ignacio Ramírez López). escanio7@hotmail.com
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