Presiento que algunos colegas van a caer en la tentación de meterse, sin necesidad, en una nueva discusión de quién tiene la razón y qué medio de comunicación es más fregón… Nada tan estéril puede haber en nuestros días que una discusión de tal medida. Sobre todo cuando, por un lado, hay temas sumamente más importantes y trascendentes para la sociedad y, por el otro, lo único que hacemos los reporteros, editores, colaboradores y anexos que participamos en los medios de comunicación, cuando nos metemos a la discusión de quién tiene más peso y quién tiene más verdad, pues caemos en el error de olvidarnos de nuestro principal propósito, que es el de informar, generar opinión y llamar a la conciencia pública.
Si hay muchos medios o no, es un tema que no nos toca a los propios medios medir. Reporteros sobran. Todo mundo puede ser periodista con una simple cuenta de Facebook. Y si hay quién recibe dinero o no a cambio de favores políticos difundidos en la prensa, pues ése es un tema mucho muy trillado. Si hay intereses en la gente que participamos en los medios de comunicación, pues también es un asunto ya tratado, aunque lamentablemente no superado.
Como parte de nuestra sociedad, los reporteros, periodistas, editores y más personas que aparecemos en los medios, pues tenemos intereses. Claro que hay un interés en una profesión o en un oficio. Igual interés que tiene aquél que es profesor, aquél que es comerciante, que es avicultor. Todos hacemos un trabajo, ejercemos una profesión por interés, primero personal, luego económico, luego social.
Nada tiene de extraño que los periodistas tengan intereses. Los demás oficios también los tienen. ¿En qué radica la diferencia o el problema?, bueno, en que esos intereses sean auténticos, legítimos y además, legales. Es tan preocupante que un periodista se “venda”, como también lo es cuando un abogado tuerce la ley. Es alarmante de igual manera que un comerciante cometa fraude con las básculas de su tienda y que un profesor sea mediocre en el aula.
Todo eso es preocupante. Lo ideal sería que cada quien, cada uno en su profesión o su oficio, hiciera lo más que puede y de la mejor manera. Lo ideal sería tener entre la sociedad, gente capaz, honrada, comprometida, leal, sincera, solidaria. Eso es lo ideal, pero a veces no es posible. Lo que nos queda entonces es buscar de lo deseable, lo posible.
Creo que hay actores políticos que le están apostando por meter ruidos en los procesos de comunicación que intentamos hacer los que a esto nos dedicamos y el auditorio, el lector o el radioescucha. Creo, también, que algunos compañeros o colegas se están yendo con la finta, de agarrar como bandera un tema que no tiene importancia. El mercado de los lectores, los televidentes, los radioescuchas y de las redes sociales es tan amplio que resulta estéril pelearnos entre los periodistas por ver quién pesa más.
Hay una frase de Manuel Buendía, o de algún otro gran maestro del periodismo en nuestro país, no lo sé, no lo recuerdo con precisión, que advierte cuando tenemos un gran tema por difundir: “no me lo platiques, escríbelo”. Parafraseando al autor de esa frase, pues no nos queda a los periodistas, los de la zona sur, más que un solo camino: no digas que eres el mejor periodista – o medio de comunicación –, ¡Demuéstralo!
En el ejercicio cotidiano de nuestra actividad, ahí podremos encontrar la respuesta a nuestras dudas de quién es el mejor periodista, quién la mejor publicación o medio de comunicación. Hablar entre doctores de quién es el mejor cirujano, es un absurdo. Hablar entre arquitectos de quién construye la mejor fachada, también lo es. ¿Por qué empecinarnos en abundar en un tema que ya está superado? Que vengan las publicaciones y los medios de comunicación que puedan aparecer. Que viva la competencia y que viva la libertad de expresión. Cada quien pelea por posicionar su profesión o su actividad económica.
Por cierto, ahí viene ya el Premio Estatal de Periodismo. Reconozco a muchos colegas muy capaces, dueños de un talento indiscutible para estas cuestiones de la comunicación. Mis mejores deseos a todos.
El Regional ya ha dejado huella en la región sur marcando el paso en cuanto a los temas periodísticos. Si es el mejor o no, pues eso lo determina el lector, el que compra el ejemplar o quien nos busca para anunciarse. Nadie vende leche amarga. Eso es un absurdo. Mejor presentemos trabajos periodísticos de más calidad, de más contenido, de mayor trabajo en cuanto a los géneros del oficio. Eso es lo que nos debe preocupar. Calidad, sobre cantidad, es el dilema; aunque la cantidad no nos afecta en este ejercicio de libertades.
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