Era un jueves por la tarde. Armida le pregunta a Eduardo:
Armida: ¿Qué haces esta noche, amor?
Eduardo: Lo de todos los jueves, ceno con los del equipo técnico del auto.
Armida: ¿Y si te quedas conmigo y hacemos algo diferente, vamos por ahí o cocino algo rico?
Eduardo: Sabes que hoy es cena de hombres.
Armida: Está bien amor, tienes razón, perdón.
Eduardo: Bueno.
Por la noche Eduardo se va y Armida le dice que lo esperaría en la cama. Armida se acuesta y sobre la mesita de luz deja una carta:
“Amor: Me hubiera gustado que me dieras solo la mitad de importancia que le das a tu pasión, el automovilismo. Que los sábados me mimaras como a él, ya que lo lavas, lo pules, le pones perfume. Yo solo necesitaba un abrazo, un beso.
Al comprarle cubiertas nuevas y chiche para que esté como nuevo, yo con un chocolate o una colonia de imitación era feliz. Las noches sin dormir para dejarlo hecho una luz, que sea el más rápido, el más vistoso, solo quería que me sacaras a bailar o a cenar. Los fines de semana solo para él, con las pruebas y las carreras, solo te pedía que me acompañaras un día al cine.
Pero bueno te quise así y sé que lo elegí pero solo necesitaba la mitad, la mitad de atención, no a tiempo completo sino con algunas horas me conformaba. Y si es que hoy estás leyendo esto es porque ya me fui. Hoy que te pedí que cambiaras tu jueves de hombres por una noche conmigo ya que hace días sé que tengo cáncer y para que no sientas ninguna obligación de estar a mi lado no te lo he comentado antes. Hoy fue mi última noche de vida y me hubiera encantado irme de tu mano. Te amaré por siempre”.
Esa noche, Eduardo, al llegar y leer tan triste noticia y ver a su novia como si solo estuviera dormida sin poder despertarla, quiso tirar, romper su auto pero ya era tarde.
Hoy les dejo a todos este mensaje: Denle importancia a las personas que están a su lado, ellos no piden atención pero lo necesitan y siéntanse orgullosos de que los amen tal y como son.
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