Curanderos de Jala se están extinguiendo

Este es uno de los distintivos del Pueblo Mágico de Jala y son muy pocos los que siguen con esta tradición.

JALA.

El curandero arroja al círculo dibujado en el piso, un cerillo encendido. Se escucha un destello y al instante se aprecia el fuego en color azul y amarillo. En medio el paciente con sus brazos extendidos como formando una cruz. Ojos cerrados. Se escucha un cuchicheo al tiempo que se azota la lumbre con ramas de “paraíso”…

 Este tipo de ritos forman parte de la identidad de Jala, Pueblo Mágico; es decir, sus curanderos. Algunos echan cartas para descubrir de donde proviene tal o cual enfermedad o situación complicada. “A usted le están haciendo un “trabajo negro”, aseguran algunos. Otros curan a base de hierbas, amuletos, brebajes… en fin.

Sin embargo, ya no son tantos los que se dedican a estas prácticas. Los curanderos de Jala se están extinguiendo. Al finalizar el 2022 se contabilizaban solo seis. Algunos son más discretos. Otros no tanto; pero el más famoso sin duda alguna es don Raúl Lucachín, quien es asistido por al menos tres ayudantes.

Don Raúl es un hombre espigado de estatura, corpulento, mirada noble. Bastante hábil para exponer sus teorías de lo que es ser un “curandero” y explica las diferencia que existen entre este término y lo que es un “brujo”. “Yo no hago trabajos sucios”, asegura a sus pacientes; sobre todo aquellos que desean saber quién les está haciendo un mal provocado por medio de “hechizos” o cosas por el estilo, como el nombre de un o una posible amante del esposo o esposa, novia o novio, etc.

“A usted le echaron tierra del panteón en su casa” le escuchamos decir a otro curandero que radica o radicaba cerca de “La pila”, muy cerca del antiguo rastro municipal. Uno más que realiza este tipo de curaciones habita por el rumbo del Santuario; pero en realidad ya quedan muy pocos los que profesan este oficio.

Los curanderos en Jala han ido desapareciendo con el paso del tiempo. Esta es una realidad. Aún así mucha gente sigue identificando a Jala como “La tierra de brujos”, dicho con todo respeto a sus habitantes.