En siete años la travesía rumbo a Estados Unidos no ha sido igual. Ahora se viaja más ligero y con mayor confort. Esta es la crónica del viaje del Mtro. Rigoberto Guzmán Arce.
LOS ÁNGELES, CAL.
Hace siete años fue la última vez que visité California y Nevada. En esta ocasión voy a escribir sobre las semejanzas y diferencias que he visto en este viaje que inicié el martes a las 7:00 de la noche.
Antes no contaba con teléfono inteligente y portaba un Nokia, de los llamados “cacahuatitos”; aunque con pantalla de color. Recibía llamadas y mensajes. Me consolaba con un juego de una víbora que se iba haciendo grande al comer y ganar puntos. El autobús hacía más tiempo y el viaje fue desastroso.
Todo el día y las noches las pantallas de televisión encendidas pasando películas súper aburridas y ruidosas. No se podía conciliar el sueño, ni descansar la mente; ¡menos concentrarse para leer! Escribí esa crónica. Me tocó el último asiento, engurruñando mi cuerpo, oliendo la cercanía del baño. Escuchando abrir y cerrar la puerta.
A pesar de haber viajado en avión las rutas Guadalajara — Hermosillo — Tijuana — Guadalajara y México — Managua, siento el temor antes de subirme al avión. Así que aguanto los viajes en camión. También en esa época era bohemio, jugaba dominó y tomaba horas y horas mientras que utilizaba la computadora para entrar a Facebook para escribir mi diario en Word para enviarlo por correo electrónico al Express Regional.
Me llegaba el pánico cuando lo escribía porque estaba en inglés —incluyendo su corrector—, además que no tenía la “ñ”. Duraba hasta cuatro horas y con los dos dedos molidos de tanto apretar las teclas equivocadas. Recuerdo que escribí de los aviones y las estrellas, de las ardillas que corren por los cables, de las autopistas y sus enredos, de los casinos y las luces multicolor de Las Vegas. Significaban vacaciones. Como un escape procurando estar estirando los días antes de regresar a los cursos en agosto. Eran tiempos de prepandemia.
Esta vez voy a sentir que son mis vacaciones. Olvidé revistas y libros para el camino. Se me olvidaron varias cosas y el martes 26 todavía andaba agitado en filmar por lo que no compré lo que tenía pendiente. Mi autobús favorito sigue siendo TAP, que tiene televisores portátiles en la parte de atrás del asiento, pero no se concilia el sueño por tantas revisiones de todo: de las frutas, de los migrantes, de estupefacientes.
Parece uno zombie para bajar y subir maletas, sin importar horarios. Ya utilizo las redes sociales y se puede filmar en vivo. Ya no necesito computadora y con mi teléfono escribo el diario. Cuesta trabajo con el teclado digital.
Hace siete años tenía dos libros publicados y muchos archivos. Hoy llevo once y con algunos archivos para revisarlos. Me fijé que no se expide permiso impreso en la oficina de migración. Ahora te introducen datos a la tarjeta Visa. Vengo, a parte de visitar a mis seres queridos y maravillosos, a la Feria de Nayarit en California programada para el 6 y 7 de agosto. Podré filmar en vivo y ofrecer reportajes y personajes para El Regional.
De igual manera vengo a ofrecer mi último libro titulado “2000” y “Pelo Largo”. Los tres que encontré. Traigo la encomienda de dar a conocer los proyectos De la Cruz Roja, organizaciones de cuidado de Los Peluditos, Ecomuseo y Caja Popular Mexicana. Estoy más comprometido con mi comunidad. Estoy orgullo de ser ixtlense.
Ya no bebo alcohol. No lo necesito para escribir, sentir, pensar y vivir. Para tener inspiración. Será interesante como voy a gastar mi tiempo. Cómo cubrir los espacios en estas tres semanas que estaré en esta parte del planeta en dónde muchos todavía portan completo el corazón por su terruño, sus familias, el barrio.
Aquí los estaré poniendo al tanto con las travesías en fotos y la crónica de mi diario. Estoy en Southgate para lo que se les ofrezca. ¡Ánimo nayaritas! Nos leemos mañana, ¿sale?
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