La astucia de mi amigo Raúl – a quien conocí hace como 30 años cuando cursábamos el curso propedéutico, en la escuela de Turismo – es realmente asombrosa. Lo saludé el pasado 27 de diciembre, en Ixtlán, aprovechando el período de vacaciones. Nos aventamos unas nieves en la Quinta Ruiz, lo invité a sentarnos en la plaza Eulogio Parra y ahí me contó una de sus tantas anécdotas.
Me explicó que desde 1980 se fue a vivir a Guadalajara, estableciéndose en la colonia Santa Cecilia. Pero una noche escuchó ruidos en el jardín; se levantó silenciosamente y siguió escuchando unos pasos que venían de afuera.
En eso, mi amigo Raúl vio una silueta pasando por la ventana del baño, pero como su casa era muy segura, con rejas en las ventanas y trancas internas en las puertas, no se preocupó demasiado. Pero estaba claro que no iba a dejar al ladrón ahí, contemplándolo tranquilamente.
Llamó bajito a la policía e informó la situación, proporcionándoles la dirección. Le preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa.
Aclaró que no; y le dijeron que no había ninguna patrulla cerca para ayudar, pero que iban a mandar a alguien en cuanto fuera posible.
Un minuto después Raúl llamó nuevamente y dijo con voz calmada:
- “Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay necesidad de que se apuren. Yo ya maté al ladrón con un tiro de escopeta calibre 12 que tengo guardada para estas situaciones. Creo que le destrocé la cabeza, porque hay mucha sangre”, les notificó.
Pasados menos de tres minutos, había en su calle no menos de cinco patrullas de policía, una unidad de rescate, Cruz Roja, un equipo de TV, y muchos reporteros que buscaban obviamente la nota del día.
Ellos agarraron al ladrón in fraganti, quien estaba mirando todo con cara de asombrado. “Tal vez hasta pensaron que era el Jefe de Policía”, me contó mi amigo Raúl, divertido.
En medio del tumulto, un comandante se aproximó y le dijo: “Creí que había dicho que había matado al ladrón”. Y mi amigo contestó: “¡Y yo pensé que me habían dicho que no había nadie disponible!”. TAN TAN.
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