IXTLÁN DEL RÍO.- Son las 8:43 y ya estoy sentado acodado y encendiendo mi mini azul en la mesa colectiva que se asemeja a un cuadrilátero. Convivo con los integrantes, socios del club Rotario en su sesión ordinaria de los martes. Esta ocasión resulta una noche especial por el fuerte y necesitado motivo de rendirle homenaje a uno de los suyos como primer rotario que hubo en nuestro municipio y socio honorario: Doctor Roberto Coronado.
Inicia la sesión y suena la campana de metal y el mazo de madera para rendir honores a la bandera nacional, después el juramento y Cristina Muro lee el Objetivo Rotario como un recordatorio del compromiso adquirido al ser parte de esta Fundación Rotary Internacional. Se presentan al invitado y cada uno de los integrantes de manera respetuosa da a conocer su ficha personal, su trabajo y su apodo que los identifica.
Está Ramón Parra, Felipe Parra, Juan José González, Antonio Tovar, Héctor Estrada, Calixto Marmolejo, el joven licenciado Salas y la mesa directiva con Carlos Jaime como presidente; David Salas como tesorero y el secretario. Se abre un pequeño receso para probar la botana de pepino y jícama y cacahuates con cáscara; la barra está abierta y tomo agua mineral al tiempo por culpa de la gripe que me persigue desde hace algunos días.
Tiene la palabra Antonio Tovar en la explicación de motivo como tema central la semblanza del Doctor Roberto Coronado. Entrega el boletín informativo de la edición semanal del 26 de enero, año XLI, número 3051 el cual está dedicado íntegramente al querido, respetado y venerado “Gandhi”.
“El rotarismo en Ixtlán está de luto. Un hombre: una larga vida; una vocación que dio rumbo a su existencia; y la palabra su palabra profunda y apasionada para contarnos lo que fue en su vida”. Fotografías de diferentes etapas de la vida del doctor, sobrio y formal, con el paisaje cultural y natural, símbolos que nos identifican como ixtlecos de corazón, la iglesia de Santiago Apóstol y el cerro de Santa Catarina.
Unos versos de Ixtlán de mis amores y el poema de Carlos Aldana “El Charro”. Leo el relato de pasión 376 y hablo de la importancia de ser un hombre que cubrió casi todas las actividades que un humano, cálido y sensible puede aspirar en su fructífera vida; el artículo de report-arce titulado “Centenario” que significa la historia de un hombre íntegro y resuelto a entregar la vida sirviendo a los demás, un hombre con su código invaluable de ética que trasciende como una llama encendida por la hoguera de amor entregado sin pensar en sí mismo.
Termino y surgen los comentarios, las anécdotas y los sueños de intentar que una calle lleve su nombre; un busto afuera del local del club y se percibe el ambiente de su espíritu del primer rotario y que en un gesto que no se olvida un día entregó mil dólares para fortalecer el altruismo y que nunca faltó a ninguna conferencia del Distrito.
Salgo piense y piense en su memoria y sus recuerdos como cuando en su Jeep hace años me llevó a mi casa como si fuéramos dos viejos amigos para contarme que bien valía la pena la amistad , la amistad verdadera, no la efímera que se pierde y se olvida en la bruma de los años.
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