Lluvias intensas marcaron el Grito de Independencia y las celebraciones posteriores.
AHUACATLÁN.
Implacables han sido las lluvias que en los últimos días han azotado a Ahuacatlán, y la noche del 15 de septiembre no fue la excepción.
Apenas concluyó el evento cultural, previo al tradicional Grito de Independencia, cuando una pertinaz llovizna obligó a detener por unos minutos las actividades en la explanada de la presidencia.

Parecía una advertencia de Tláloc, que al parecer “concedió” el permiso para que el presidente municipal Manolo Andalónencabezara la ceremonia del Grito, entre vivas a los héroes que nos dieron patria.

Sin embargo, tan pronto finalizó el protocolo oficial, el cielo se abrió de nuevo y un tremendo aguacero cayó sobre la cabecera municipal.
La lluvia permitió, eso sí, que alcanzara a quemarse el castillo de juegos pirotécnicos. Pero después vino más de una hora de aguacero incesante, que obligó a los cientos de asistentes a buscar refugio bajo los portales del centro histórico.
El arroyo de Atotonilco se desbordó en su cruce con la calle Morelos, complicando el tránsito y dejando en evidencia la fuerza de la naturaleza.
Al día siguiente, previo al Palo Encebado, el escenario volvió a repetirse: otra tormenta, aunque de menor intensidad, bañó al municipio, refrescando el ambiente y recordando que septiembre no da tregua.
No obstante, los más felices con estas lluvias son los agricultores y buena parte de la población.
l final, como muchos dicen, es preferible soportar un aguacero con paraguas y botas, que ver los campos secos y sin esperanzas de cosechas.
Y es que, entre elotes y mazorcas, el agua de estas fechas trae consigo la promesa de una buena temporada para Ahuacatlán.
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