Con la bendición de sus hijos y sin trámites de por medio, celebraron su “Compromiso de vida” en un emotivo evento.
AHUACATLÁN
En tiempos donde lo inmediato domina y los vínculos parecen efímeros, Marycarmen Sánchez y Joaquín Salcedo nos recuerdan que el amor verdadero puede surgir cuando menos se espera, y que la vida siempre ofrece nuevas oportunidades para compartirla con alguien especial.
Ella, mujer de raíces firmes en Ahuacatlán. Él, oriundo de Carrillo Puerto, municipio de Compostela, pero residente en la Ciudad de México.
El destino —o quizás la magia de las redes sociales— tejió el hilo que los unió hace poco más de tres años, cuando iniciaron una charla virtual que con el tiempo se transformó en complicidad, en ternura, en un vínculo profundo que ambos llamaron su «Compromiso de vida».
Este compromiso se selló el pasado sábado, no con firmas ni ceremonias tradicionales, sino con un acto simbólico lleno de significado y amor.
Acompañados por sus hijos, quienes no solo dieron su bendición sino también su alegría al ver a sus padres rehaciendo sus vidas, Marycarmen y Joaquín intercambiaron anillos y un lazo simbólico, frente a familiares, amigos y miembros de diversos círculos socialesque no quisieron perderse este acontecimiento entrañable.

“Si ellos son felices, nosotros también vamos a estar felices”, afirmaron los hijos, demostrando que cuando el amor es genuino, todo alrededor se alinea para fortalecerlo.
La celebración tuvo lugar en el Club Social y Deportivo de Ahuacatlán, y más que un evento, fue un testimonio de que el amor en la madurez puede ser incluso más pleno, más consciente, más libre.
Ambos, viudos, decidieron no atarse a protocolos legales ni religiosos. Lo suyo fue una afirmación de afecto basada en la confianza, el respeto mutuo y el deseo de compartir lo que les resta de camino.
Hoy, Marycarmen y Joaquín viven su relación con entusiasmo y serenidad, demostrando que no hay edad para amar, que la felicidad no necesita firmas, y que cuando el corazón habla, todo lo demás es accesorio.
Una historia que inspira, enternece y da esperanza. Porque al final, el amor —el bueno, el verdadero— siempre encuentra su forma.
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