ZONA SUR.
La particularidad que tienen las comunidades pequeñas, en relación con otros lugares de mayor densidad demográfica, es que la cohesión social es más compacta y estable. En las ciudades, por ejemplo, los problemas familiares que enfrenta una familia en otros sector de la población no tiene un impacto directo en sus habitantes.
En los pueblos como Ahuacatlán, Ixtlán del Río, Jala o Amatlán no ocurre así. El simple fallecimiento de un sólo integrante de la colectividad trasciende. A veces, entre otros coterráneos que migran a otras latitudes.
Hoy es 20 de Noviembre, fecha en que se conmemora la Revolución Mexicana. Un acontecimiento histórico que para efectos de la patria se ha alejado del interés público. Esencialmente entre las nuevas generaciones que no son muy proclives a conocer el pasado. A los jóvenes de ahora construir un futuro más habitable les es de más interés.
Hay una circunstancia que de cualquier forma este día, y en estos lugares, también hacen la diferencia en la forma en cómo se recuerda a la Revolución de 1910.
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El tradicional Desfile Cívico – Deportivo se ha convertido en estos pueblos en una manera más de fomentar la construcción de una unidad que se genera conforme a otras tradiciones igual o de mayor alcance.
Para ésta época los padres se preocupan por hacer lucir a sus hijos en el recorrido. Les calzan nuevos zapatos o tenis. Los visten procurando cumplir con las directrices que los maestros instruyen; con los cánones del rol que cada uno tendrá; sea bailando una tabla rítmica, montado en una bici, portando un fúsil hecho de cartón, o simplemente portando una pancarta.
Con antelación las madres mandan peinar a sus hijas o ellas mismas toman la batuta arreglándoles el pelo con llamativos trenzados, que les son de mucha utilidad para darles un buen ‘jalón de greñas’ a la hora de liberar el estrés que les generan las prisas. Casi siempre coronan la indumentaria con un listón o moño como un obsequio que les ofrecen a sus conciudadanos para recibir el reconocimiento a su esfuerzo. La foto del recuerdo que quedará para la posteridad es imperativo en este tipo de acontecimientos.
Este año la pandemia interrumpió –y se encamina a suprimir– lo que por décadas se ha convertido en una de las tradiciones más arraigadas en la región. Esta vez los niños y adolescentes, los jóvenes y los adultos, no tendrán que gastar. Tampoco estará la oportunidad para anidar más la cohesión social, las envidias –que también forman parte de una unidad de contrarios–. De la Revolución… mejor ni hablamos.
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