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A las nueve de la mañana integrantes del Comité Ciudadano de Ecomuseo instalaron en el extremo derecho de la entrada del panteón municipal el módulo de información para el festejo tradicional del Día de Muertos.
Un día antes se fue llenando de comerciantes para ir cubriendo la atmósfera de este espacio que lucía limpio por fuera y dentro. Iban llegando solos, familias enteras, parejas cargadas de flores, coronas y cruzaban el pasillo para ingresar en busca de la tumba del añorado, del abuelo, la madre, el hijo, la hermana.
Algunos funcionarios, el presidente municipal Juan Parra junto a los arcos, mientras se arremolinaban poco a poco en la entrada, entre altares de muerto, bellamente decorados hasta con cierto grado de sofisticación y la pared que luce el poema del amigo maestro Ernesto Parra Flores donde le canta a la muerte con su poema El Paraíso del Silencio.
La vendimia de pan, duritos, agua fresca, comida tradicional y rápida, el estrado para las misas que se oficiarán y el festival artístico, por todos lados brotan los visitantes en duelo, desde sus lugares de residencia o trabajo, es fundamental estar aquí para rendirle un homenaje a los que han partido al sueño eterno.
Ecomuseo entrega un recital de música fúnebre de comunidades de Guanajuato que se expande por la bocina, se reparten folletos elaborados por la maestra Diocelina Villanueva, un grupo de señoras del DIF municipal pintan a niños y niñas de catrines y catrinas, ejercicio de maquillaje que ha gustado a infantes y jóvenes y que le han encontrado sentido para exhibirse en la red social del Facebook, dicen “la foto para el feis”.
Saludos a los conocidos y a los que tenía tanto tiempo sin verlos. El maestro Pablo me presenta a un héroe que salvó a una niña de ser arrollada por un tren y su nombre es J. de Jesús Rosales Martínez, que hasta los trabajadores del ferrocarril hicieron un homenaje a su heroicidad un 25 de mayo de 1983 en la finca de Calixto Rivera.
Capturamos la imagen en la pareja de catrines que adorna el patio de la entrada del antiguo panteón Hidalgo, que a veces sirve como dormitorio para migrantes que se resguardan bajo sus pilares. Estamos sentados bajo las lonas y publicidad de Ecomuseo con su silueta de los edificios icónicos de la ciudad, el maestro Pablo Torres, Luis Alberto López, Roberto Parra, Lorena Tozcano y un servidor; al rato se incorpora el maestro José Isabel Ramos que funge como jurado en el concurso de altares.
Ya en la tarde un grupo de jóvenes, mujeres de negro y rostros blancos, comandadas por Katery Saraì Ramos, invitan a personas interesadas para hacer el recorrido a las tumbas de personajes famosos o familiares que se quieran recordar como parte de la tradición de enlazar la vida y la muerte por medio del peregrinaje, para ello se lanzó una convocatoria para que mandaran la ficha de la persona que se quisiera visitar.
Tenemos la biografía de una de ellas que envió Paola Cecilia Muñoz: Juan Muñoz Aguiar, “El Rana”, de oficio herrero de fragua, hijo de Ezequiel Muñoz Herrera y Altagracia Aguiar Fernández, sus abuelos paternos, Juan Muñoz Legaspi y Asunción Rivera mejor conocida como Chona la del mesón.
Nació el 8 de mayo de 1940, hijo primogénito y originario de Ixtlán, sus hermanos Ramón Chato, Beto, Chayo La Güera, Lolita, Rafael, Martha. Desde los 8 años dejó la primaria para irse a trabajar con su papá en el oficio de herrero en el mesón de La Palma, lugar que llegaban los arrieros para comer y descansar, errar sus caballos.
Abrió sus puertas en 1890 y fue atendido por uno de sus primeros dueños don Juan Muñoz. El mesón se convirtió en el más emblemático de la Calle Real por su espacio y servicio, cuartos, amplios corrales, macheros y dos fraguas que eran atendidas por don Juan, Ezequiel y sus hijos, entre ellos nuestro personaje.
En 1940 la familia Caro compró el mesón y los Muñoz se fueron a trabajar a un costado de los baños Las Brisas y hasta la actualidad. Se casó con Rosario García Margarito y tuvieron 8 hijos, sobreviviendo siete: Heriberto, Lorena, Ezequiel Oscar, verónica, Karina y María del Carmen. Juan Muñoz, era muy conocido y alegre, le gustaba la bebida y la música, en su trabajo bailaba y cantaba.
Sus aficiones era la caza, la pesca y sembrar maíz. Falleció el 16 de noviembre del 2007. Su velación fue en la casa de la calle Melchor Ocampo y está sepultado en el panteón nuevo. Su tumba se encuentra ubicada en la parte izquierda hasta el final, en la última hilera y cuarta tumba.
A estas horas ya van varias misas y cientos de personas que entran y salen que llega a convertirse en un caos, bandas de música y mariachis, bebedores de cerveza, la revoltura de lágrimas, un niño busca la tumba de su abuela y no sabe cuál es y anda llorando en pena.
Faltan luces que iluminen el panteón cuando cae la noche para seguir visitando tumbas de personajes como Pablo Jaime Contreras, Salvador Martínez Leonor, Luis Wong, John Bow, el monumento Manjarrez, hermanos Lonerghan, Santiago Villanueva, entre otros.
Contemplo mi interior y me golpea tanto saber que aquí a unos metros de la silla en donde estoy, bajo tierra están mis amores, la fuerza de mi vida, mis abuelos, mis padres, primos, tíos. Me sacude y es aquí cuando ya no pude estar aquí, siento que mi alma necesita la tranquilidad de un mundo más suave, me siento realmente mal y es cuando me despido.
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