(Compilación y Redacción)
Era un lunes fresco aquella mañana del primero de diciembre de 1930 cuando el gobernador Luís Castillo Ledón informó al Congreso del Estado sobre el proyecto ejecutivo para iniciar el nuevo tramo carretero Tepic – La Quemada, Jalisco, obra que inició al año siguiente, en 1931, y que conllevó el definitivo declive de la arriería en la región.
Un parteaguas previo para el auge comercial que se avecinaba se dio con la introducción del ferrocarril 5 años antes. Todo esto vino a modificar la traza urbana en muchas poblaciones, como fue el caso de centro de distribución regional que, en aquel entonces, ostentaba la cabecera municipal de Ahuacatlán.
Hasta antes de 1900, los accesos al pueblo solías vadearse. En el caso que nos ocupa, estos límites se fijaron desde la calle Zaragoza desde noroeste por la orilla del río en las zigzagueantes calles Hermanas Domínguez, de la Cruz e Industria, por dónde actualmente está el monumento a la bandera.
Otro cruce bajaba desde la calle Zaragoza vía calle Leona Vicario como acceso frente a donde estaba el primer templo en el Barrio de Indios conectado al bajadero del río, hasta el templo de San Francisco, por dónde hoy está el Club Social y Deportivo.
Además, estaba un estrecho Camino de Mogrovejo (Francisco Cossío de Mogrovejo) que topaba en la calle Juárez con la Casa de Feliciano Enríquez y que tenía un retorno al oriente con la calle Leona Vicario, o al poniente también por un largo pasaje arenoso rumbo al volcán que estaba donde hoy está la cancha del DIF-DIA y el Río Verde.
La estrechez de la calle iniciaba justo frente a la actual casa que fue de don Adalberto Romero, angostura por donde apenas cabían 4 jinetes, uno al lado del otro.
LA CALLE DE MOGROVEJO:
Don Francisco Cossío de Mogrovejo fue un comerciante soltero español que fue alcalde mayor de Santa María Tequepexpan. Adquirió las tierras realengas del volcán que habían servido a su majestad en 1717; tierras secas, sin agua y valor alguno, cotizadas en 1 litro y medio de ganado mayor, menos medio cordel; entre 7 y 8 pesos. Tierras y ganado que adquirió en 25 pesos reales.
En 1786 solicito copia del título a la Corona por extravío. Luego de su muerte testó sus tierras al pueblo de Ahuacatlán y su capital a repartir entre los pobres.
En 1803 se agitaban las diligencias legales cuando Pedro German Pardo, vecino de Jala, denunció las tierras del volcán como no realengas. El 21 de agosto de 1808 dio testimonio del juicio el licenciado Ignacio Gil Romero, apoderado del municipio vecino de Aguacatlán a favor de este pueblo.
Aunque don Francisco murió sin familia, tuvo un hermano que fue juez en la jurisdicción de Acaponeta: don Vicente Cossío Mogrovejo, quien dirimió otro conflicto de tierras registrado en los autos de resolución elaborado en la ciudad de Guadalajara el 17 de febrero de 1717 por el Dr. Joseph de Miranda Villa y Zan. (Jean Meyer; La Tenencia de la Tierra. En Nuevas Mutaciones. El Siglo XVIII, México, CEMCA, 1990).
AMPLIACION NECESARIA:
Durante la presidencia de Manuel Jaime en 1944, la carretera internacional ya pavimentada requirió de un acceso directo a la población. Los terrenos que ocuparía dicha ampliación eran de la familia Romero, de quienes el señor Victoriano Enríquez y María Dolores Estrada adquirieron. Su hijo, el señor Feliciano Enríquez, mientras trabajó en la construcción de la carretera fue informado de la necesaria demolición de su casa, conocida como “La Casa del Jardín”; dura noticia que llevó al hospital a Guadalajara a su esposa, doña Antonio Ibáñez, falleciendo 5 días después por el colapso emocional.
Mientras se llevaba el funeral, la casa era demolida por su costado, atravesando dos habitaciones, un establo, huerto, alfalfar y pitallera con un terraplén superior a los dos metros de alineamiento y nivelación. Los bienes fueron despojados sin compensación económica a los Enríquez; tan de malas que del tren en que venían de regreso muchos perecieron cuando su tren chocó se incendió con otro tren carguero en el pueblo de Cazaderos Jalisco. Con gran tristeza y esfuerzo, los mismos hijos, Teresa, Marina, Rafael y Ana curaron sus heridas e hicieron las propias reparaciones posteriores al resto de la casa.
Para 1948 don Francisco Romero inició a lotificar la nueva ampliación de la calle Mogrovejo (hoy 20 de Noviembre), vendiendo los primeros predios a Refugio Llamas, Jesús Ramos Arvizu, Úrsulo Casillas, Andrés Montero Hernández y don Alberto Miramontes. Algunos se mofaban de la tan abandonada e incipiente calle, apoyada solo por el mesón de doña Amalia Sánchez “La Morrusa”, que se ubica donde hoy está el Centro de Salud, pues casi no pasaban autos ni siquiera por la Carretera Internacional. Posteriormente, una buena idea cambiaría esa situación.
DE CALLE A AVENIDA:
En 1950 don Andrés Montero inició la construcción de casa y bodegas de almacenaje relacionadas a la apicultura, avicultura y porcicultura. El nuevo auge de la post guerra incrementó las compañías proveedoras de insumos agrícolas de origen estadounidense. Andreson Clayton & Co. y la Industria Avícola de México solías enviar considerables magazines comerciales a la Casa Grande en la calle Allende; pero ahora don Andrés mandó a hacer un sello de goma que rotulaba sus datos y nuevo domicilio comercial en la Avenida 20 de Noviembre 122.
Desde entonces, las compañías empezaron a enviar todas sus correspondencias con esa nueva nomenclatura vial hasta el día de hoy.
El profesor Jesús Ramos Arvizu elogió la idea original de hacer de una calle una avenida.
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