Por la ruta de la historia
La novedad surge en Facebook cuando se invita a los ciudadan@s interesados a ir develando el gran museo que representa Ixtlán, nuestro pueblo, el del reposo aquel y de mediodías ardientes y desolados, el de casas de adobes y misceláneas en los portales. Nuestro pueblo de la bonanza minera, el descanso generoso de los viajeros en los mesones; en la dinámica producción de la caña de azúcar en los trapiches.
Nuestro pueblo que sufrió metamorfosis de ser como el blanco de la manta y el negro del rebozo a lo frenético del comercio, el caos vial y el ruido como carta de presentación.
Me siento como en una burbuja que cruza el tiempo, que regresamos a los años que añoramos, los lugares que nos parecen mágicos como estas dos esquinas y que acompañados por don Antonio Tovar, Lupita Sigala, Roberto Parra Díaz, el presidente del Ecomuseo profesor Pablo Torres Sánchez, Joaquín Villalobos, Eduardo Parra y Érika Rodríguez, estamos listos para la colocación de la placa alusiva en la casa de la familia Parada. Motivo que nos contagia la satisfacción para que se difunda nuestra historia rica y que proclamamos que sigue viva en la llama de la memoria.
Botica de Juan Parada en la esquina de la calle Madero y Zaragoza, fue conocida como farmacia Zaragoza, en esta casa estuvo una de las primeras boticas. Funcionó desde la primera década del siglo XX hasta 1960, cuando su propietario Juan Parada falleció. Fue un hombre conocedor del ramo farmacéutico y a su vez gran calígrafo, muy solicitado para realizar escritos y documentos.
También fue fundador de “La Adoración Nocturna” en el año de 1922. En la botica de Juan Parada se brindaba consulta y diagnóstico a los enfermos, se recetaba y preparaban los medicamentos: ungüentos, pomadas, jarabes, tónicos, menjunjes, entre otros productos.
Me quedo cavilando, ¿cuántas veces pasé por esta esquina en mi infancia? Cuando las señoritas Victoria y Rosita Parada, nos preparaban para hacer la primera comunión y nos enseñaron el Credo.
Cruzamos y continuamos por la Ruta de la Historia en lo que hoy es María Bonita, la esquina donde fue la antigua fábrica de limonadas y sodas “La Conchita”, propiedad de don Jacinto “Chinto” Altamirano Ríos.
En 1930, don Chinto emprendió su negocio en el barrio de La Noche Buena. Posteriormente se instaló en este lugar en 1944. Utilizando máquinas manuales de presión, elaboró sodas de limón, naranja, fresa, toronja y agua mineral.
Las botellas, corcholatas y esencias eran traídas de Guadalajara. Los refrescos se distribuían en cajas de madera en las tiendas y tendejones de la ciudad y lugares circunvecinos. “La Conchita” dejó de operar a finales de la década de los 60s.
Varias personas mostraron interés de abrir el cofre de la riqueza cultural y que es motivo de una alegría inmensa que no se puede explicar cuando hay un hilo conductor del pasado y el presente en una tarde claroscura.
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