De no haber sido por mi falta de apetito hubiera devorado los dos tamales y el trozo de pastel que avisté en el área de comunicación social. “¡Nieves!; ¡Hoy es Día de la Candelaria!”, me dijo uno de los empleados de la presidencia municipal.
Los trabajadores del Ayuntamiento de Ahuacatlán pasaron un rato muy ameno degustando sus tamales y atole; y entre comentarios jocosos recordaron el pasado Día de Reyes, fecha en la que se partió la rosca, con la emoción que despiertan los muñecos que se introducen en esa pieza de pan.
Y en efecto, hoy es el “Día de la Candelaria”. Los tamales, el champurrado y algunos otros antojitos mexicanos colmaron los paladares de millones de mexicanos. En la casa del vecino, en el patio de fulano o de fulana, en la finca de zutano y de mengano. ¡En la oficina!; fiesta organizada por la persona o personas a las que les tocó el “muñequito” al partir la rosca del Día de Reyes.
Esta ha sido una de las tradiciones más ricas que se celebran en nuestro país. Pero no solo con tamales y champurrado se festeja a la Candelaria. En muchos sitios se venera de otras formas. A manera de Feria, de fiesta popular, como son los casos de Heriberto Jara y de La Estancia de los López, en Amatlán, donde tienen lugar diversos sucesos; jaripeos, bailes kermeses y cosas por el estilo.
Una celebración muy singular es la que ocurre en la cabecera municipal de Ahuacatlán, por el rumbo del Barrio de El Chiquilichi, específicamente en las confluencias de las calles Miñón y Cuauhtémoc, donde se reúnen cientos de personas a rezar, a observar las danzas autóctonas, a zamparse unos cacahuates, una taza de canela, de pan, de galletas, de tacos, enchiladas, pozole, Etc. y por supuesto a admirar la “quema” de un castillo de fuegos pirotécnicos.
Así, ayer jueves y pese al frío clima, ese espacio se vio inundado por gentes de todo el pueblo, de los cuatro barrios, de las seis o siete colonias. Ahí se ofreció una misa, sobre el estrado que se instaló especialmente para eso; solo que esta vez no hubo antojitos.
Ésta tradición data de hace muchos años; pero cobró mucho auge con el empuje que le dio la señora Pachita Mariscal.
La Virgen de la Candelaria durante largo tiempo permaneció en el hogar de ésta respetable dama, fallecida hace ya alrededor de una década. En su domicilio, durante el novenario, el nicho se adornaba exquisitamente en los días previos al 02 de febrero.
Al fallecer doña Pachita y don Toribio – su esposo – la imagen de la virgen quedó en manos de doña Chabela, quien ordenó construir una pequeña capilla. Hasta la fecha ahí sigue. Y es en ese sitio donde en la noche de este jueves los Ahuacatlenses festejaron a “La Candelaria”; una tradición que cada vez crece mas y mas.
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