Me dirijo al Centro Médico por la avenida Hidalgo, pero antes de llegar a Federalismo observo al tráfico demasiado lento. Luego se paraliza la circulación. Nos encajonamos. Se oyen los cláxones y patrullas.
Conductores desesperados tratando de adelantarse en zigzag, y más adelante observo una manifestación de taxistas. Fueron ellos los que cerraron la avenida Hidalgo.
Afortunadamente llegamos a tiempo a la cita en el Centro Médico y, tan pronto como tuve la oportunidad me puse a escribir estas líneas derivado del estrés que me causó el contratiempo de minutos antes.
Reflexiono: ¡Que nos pasó, en qué momento cambiamos tanto!
Como pasó, si las cosas más simples eran tan divertidas, patear el bote, esconderte y salvar a tus compañeros de juego o las coleadas en plena calle, sin ningún sobresalto, a excepción del silbido agudo de la fábrica y el camote con miel de piloncillo, estacionado en la esquina de la calle y junto a él, el policía de la colonia vigilante y amable, siempre cuidándonos
Esto terminaba cuando la voz de nuestras mamás asomaba a la ventana sin barrotes para avisarnos que era hora de dormir y poner fin a los juegos
A los padres se les respetaba y obedecía y nuestros padres hacían lo mismo con mis abuelos
El único miedo que teníamos era a lo obscurito, a reprobar y a las tarántulas del parque. Ibas a la escuela sólo y regresabas sólo, podías ir al cine sólo o con amigos, nada pasaba; veías películas de gánster y pensabas que eso solo pasaba en el cine. Recuerdo haber visto “Cuando el destino nos alcance”, y nunca, ¡nunca me imagine que algún día nos alcanzaría!
¿A dónde nos desviamos?, ¿en qué momento nos perdimos? ¿Cuándo nos abandonó el alma?, ¿cómo dejamos que nos envenenará el mal?… ¿Cómo nos ganó esta ausencia de valores, de honestidad, de unión familiar e indolencia por nuestros semejantes?
Fue, quizás el cambio de lo simple a lo sofisticado, a la tecnología que nos abstrajo de la humanidad simple, que ayer fuimos y que nos ha convertido en zombis que necesitan estímulos de enervantes y químicos, que otros promueven para enriquecer… O estímulos materiales como: autos, casas, viajes, joyas… qué sé yo.
Marchamos como zombis, trabajamos 40, 50 años enloquecidos y después pasamos nuestros últimos años gastando lo ahorrado, en recuperar la salud perdida por las años de excesos y abandono
Por Dios, quiero que regrese mi alma y volver a ser humano; quiero sentir vergüenza por mis faltas y por no ayudar a un necesitado, quiero que vuelva la honestidad como motivo de orgullo
Quiero quitar las rejas de mi ventana y las chapas de mi puerta, quiero sentarme en mi casa con las ventanas abiertas y disfrutar el anochecer de un tranquilo verano
Quiero dejar a mis hijos y a mis nietos un mundo simple y común, con amor, esperanza, alegría, techo y comida para todos, que solo piensen en el ser y no en el tener
Quiero que regrese el alma de MÉXICO. Y si tú quieres… entonces comencemos hoy; tú, en tu casa, con tus amigos y los amigos de tus amigos… todo México
Discussion about this post