Para la familia Rea Sojo no hay día festivo que interrumpa sus actividades. Mateo, el mayor de los hermanos, fue un ejemplo a seguir. Hubiese sido el 25 de diciembre o el primero de enero, cumpleaños o cualquier aniversario, él siempre estaba de pie antes de rayar el alba para calentar su vieja camioneta en la que diariamente, por 72 años, fue al potrero a alimentar su ganado.
Tal vez mañana viernes cuatro de marzo sea la primera vez que la familia falte a ver a sus vacas, camino a La Campana. Tal vez ahora con el fallecimiento de Mateo tengan mayores motivos para apacentarlas. Solo ellos saben cómo sobrellevar su duelo; una aflicción que comparte la comunidad de Ahuacatlán, principalmente los más viejos, y quienes conocimos a don Mateo Rea Sojo, quien murió 15 minutos antes de la 1:00 de la tarde de hoy producto de un infarto.
Vamos a extrañar esa parsimonia que tenía Mateo al hablar, caminar y sonreír. Una sonrisa que parecía durar horas. Lo vamos a recordar en su hamaca donde se recostaba a dormitar en el corral donde tenía sus vacas. O en esas charlas vespertinas que tenía con sus amigos del Parque Morelos, con quienes con su complicidad seguramente cortejaban a las chicas, a la vieja usanza, con un romanticismo platónico que, como se sabe, a nadie falta al respeto. Sino que se guarda y se lleva en el corazón, y que ahora sólo él, Mateo, se llevará a la tumba.
Su funeral se está llevando a cabo en estos momentos en su casa de la calle Morelos número 81.
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