AHUACATLÁN. – Cargado en hombros, el capitalino Luis Miguel Cuéllar cruzó la puerta de cuadrillas tras su triunfo del pasado sábado en la plaza de toros “El Recuerdo” y luego de cuajar dos estupendas faenas que le valieron, además de todo, el reconocimiento del respetable.
El Hidrocálido Gerardo Adame, en tanto, mostró de nueva cuenta su temple y destrezas con la muleta y el capote, pero lamentablemente no tuvo suerte con la espada, aunque los aficionados de todos modos lo premiaron con sonoras ovaciones.
Denominado “un evento con causa”, el festival taurino del pasado sábado, tal y como se informó en ediciones anteriores, tuvo doble propósito: Celebrar el cumpleaños del ex diputado y actual Director de Atención Médica de la Secretaría de Salud, Luis Emilio González Macías, y recabar víveres para ser donados a las familias humildes; esto es gracias también al apoyo de varios patrocinadores, quienes además reconocieron los aportes que éste ha otorgado a la sociedad en general desde las distintas trincheras.
Por respeto al evento, matadores y subalternos no salieron de luces al ruedo. Se vistieron a la usanza charra y, a pesar de las premuras del tiempo, “El Recuerdo” registró tres cuartos de plaza.
Importantes personalidades del mundo político se vieron en los tendidos; Sin embargo, Luis Emilio González, fue claro al expresar en su mensaje que no se trataba de un evento de tintes políticos, sino de un “evento con causa”.
Ahí mismo se anunció que los víveres recabados serían donados en su totalidad a familias humildes del municipio.
Matadores y vasallos partieron plaza acompañados de un menor. Luego se abrió la puerta de toriles para el primero de la tarde, “Buen amigo”, un toro capirote de 400 kilogramos.
Adame le sacó provecho dibujando bonitas pinceladas con la muleta y el capote. Lo mismo hizo con el segundo de su lote, pero esta vez no tuvo suerte con el acero, yéndose en blanco.
Cuéllar, por su parte hizo méritos y dejó un buen sabor de boca al cuajar dos faenas de clase. Manejó los trastos con soltura, con inteligencia y con sentido de colocación. Al primero de su lote lo despachó de fulminante estocada, por lo que el Juez le concedió las dos orejas; y en su segundo volvió a repetir; toreó por arriba y por abajo, pegado a las tablas. Realizó pases largos para dejar en claro que en él pueden cimentarse esperanzas fundadas. El Juez le concedió una oreja, convirtiéndose por lo tanto en el triunfador, al obtener tres apéndices.
El evento continuó con la cala de caballos y con un baile amenizado por una conocida banda de viento.
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