El aventón fuera del área fue descarado y a mí por poco y me da el soponcio. Grité, pataleé y creo que se me alborotó la úlcera luego de que el árbitro se abstuvo de marcar la falta; pero yo, desde este rinconcito le recordé su máuser.
Me mecí los cabellos, furioso y hasta me dieron ganas de aventarle un huarachazo a la Emerson. “¡Cálmese, orita metemos gol!”, dijo Anahí, asustada…
… Y efectivamente, seis minutos después el ex del Pachuca y hoy jugador del PSV Eindhoven, el Chucky Lozano, se coló por la izquierda, recortó por el centro y con la pierna derecha envió su disparo hasta el fono de las redes. Fue entonces que brinqué como chiva loca; ¡Por poco y me golpeo en el marco del ropero; pero el gol me empezó a tranquilizar y de ahí p´al real sentí la confianza. Miré a nuestra selección jugar como nunca, ¡Qué locos traíamos a los alemanes!
Domingo futbolero. Tuve qué adaptar los horarios para poder ver tranquilo a nuestra selección. Escribí un poco en la víspera para no sentirme presionado.
Me levanté a las 7 de la mañana para ver los comentarios previos al partido. Poco antes de iniciar me zampé un menudo picosito y corrí a acostarme a la cama para encender de nuevo la Emerson.
Cuando el árbitro pitó el inicio del partido la adrenalina empezó a subir de tono. México salió con todo y las tres líneas se plantaron estupendamente en el Luzhniki, allá en Rusia.
El disparo lanzado por Héctor Herrera al minuto 15 disipó un tanto mis nervios. El Tri logró equilibrar las acciones y desde los primeros minutos se posesionó del balón. El disparo de Herrera fue el primer aviso.
Al minuto 20 Layún le ganó la espalda a los delanteros, pero se resbaló y desperdició una excelente oportunidad de gol.
Los tiros de esquina de los alemanes me intranquilizaban muchísimo; pero al minuto 35 llegó la anotación del Chucky Lozano y al finalizar el primer tiempo intenté relajarme cortándome las uñas de los pies.
Mi corazón se aceleró al minuto 65 de tiempo corrido con el garrafal error del silbante al no marcar una clara falta de la defensiva de Croacia dentro del área. Yo creo que hasta la glucosa se me disparó, por el coraje.
Pero en verdad los traíamos todos locos. Hubo incluso momentos que sentí lástima por los alemanes. Los campeones se veían desconcertados. Veía los rostros de sus paisanos y percibí su impotencia, su desesperación. La soberbia mostrada en la víspera quedó aniquilada con la excelente actuación de nuestra selección.
De todos modos adelantaron sus líneas y por poco y nos clavan un gol, pero Moreno llegó puntual a la cita y evitó que el balón se colara a la meta resguardada por Memo Ochoa.
“¡En el Día del padre les dimos en la madre!”, gritó eufórico Martinoli. El árbitro pitó el final del partido y brinqué de gusto. Por poco y pego en la azotea. ¡Nos la pellizcaron estos ca-bezones! ¿No que muy campeones?”.
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