POR LA RUTA DE LA HISTORIA
Cargando mi enfermedad en jueves, con cuerpo irritado y doliente; en la atmósfera mucho aire y en mi interior con deseos de dormir, pero el tren ya estaba partiendo y el maestro Pablo Torres junto con don Joaquín Villalobos no perdonan. Ya habían colocado la primera placa en esta estación por la calle Madero sur a una cuadra de la presidencia municipal. Una tarde de brisa, de calor, muy opaca mientras cavilo y me imagino cómo estaba esta calle en aquellos tiempos. Este viejo caserón se ha ido deteriorando. Recuerdo que aquí vivió uno de los maestros de la secundaria federal Amado Nervo, el profesor de inglés apellidado Menchaca.
En esta casa de ventanales y puerta de madera fue casa de don Gabriel Manjarrez, fue construida en 1900, lo atestigua su dintel. Es un edificio espacioso y elegante de estilo “Ixtlán Neoclásico”, con arquería y patio central. Sus muros conservan pinturas con figuras geométricas que adornan la estancia. Don Gabriel Manjarrez González fue un rico hacendado, casado con María Librada Ramírez González, hija de la hacendada Sra. Teresa González, viuda de Ramírez. Don Gabriel fue asesinado en su domicilio por cuestiones del reparto agrario. La casona albergó al “Hotel California”. Entre 1949 y 1970 en ella se instalaron las oficinas de la última Cooperativa de Luz y la Compañía de Luz de Chapala. Uno de sus últimos propietarios fue la familia Menchaca.
Damos vuelta por la Morelos para colocar la continuación de la historia del personaje aludido. En este sitio fue asesinado el hacendado Gabriel Manjarrez el 19 de enero de 1935 a las siete de la noche. No se sabe a ciencia cierta quién fue la persona que cometió el crimen, sin embargo, la gente siempre señaló a los agraristas como culpables, por tanto, atropello que sufrieron de los hacendados.
El ejecutor se encontraba en contra esquina de este lugar. Con arma de fuego le disparó al Sr. Manjarrez cuando salió de visitar la casa de la familia Menchaca. La comarca ardía, se tenía un presidente distinto a todos, este hombre cumplía las promesas y el general Lázaro Cárdenas hizo realidad uno de los sueños de los peones que trabajaban de sol a sol en las haciendas que eran dueños hasta de sus vidas. Los campesinos no lo podían creer que solamente organizados podían tener su tierra para que la trabajaran como ejidos, de manera colectiva.
Queremos tomarnos la foto del recuerdo, y es escalofriante conocer que no traemos celular de los que toman imágenes, nos quedamos aislados y casi estamos presa fácil de pánico. Busco con Laura la estilista ayuda y ella consigue el celular y nos la toma ya relajados. Les pedimos que por favor nos la enviara vía inbox y le volvimos a recordar.
Seguimos a la cuadra que topa casi con la Terán. Es colocada en una casa donde vivieron mis amigos Landeros, hace cuarenta y un años. Ellos utilizaban un cuarto para luchar, se ponían máscaras y se lanzaban contra el adversario con patadas voladoras y caían en una colchoneta. Tenían “chacos” y eran diestros para usarlos. La fachada de la casa está recién pintada y es un color arcilla, luce muy bien la leyenda. Planta de Luz de los Partida, desde 1925 estuvo una planta de luz promovida por el visionario y emprendedor Sr. Benedicto Partida, su administración la continuaron sus hijos, Arturo y Ernesto Partida.
La planta prestaba sus servicios de las 18:00 del día a las 6:00 horas del día siguiente. A las 13:00 horas daba servicio a los molinos de trigo y nixtamal, y al expendio de hielo. El 23 de noviembre de 1941 se firmó un contrato entre la familia Partida y el Ayuntamiento, para mejorar el alumbrado público. Alejandro Arce, Ignacio Esparza y un señor apodado “El Chamarras”, se encargaron del funcionamiento de la planta de luz en esa época.
Aquí vienen el fragor de las pláticas de mi madre, Alejandro fue mi tío abuelo, hermano de mi abuelo Miguel que tuvo otro hermano llamado Francisco y que sirvieron como guardias rurales combatiendo el levantamiento cristero. En la familia Arce, quedó la historia como un mito donde mi abuelo Miguel fue velador de esta planta y que por la calle Terán en una esquina estaba agazapado un hombre en el amanecer y le ofreció un trago a mi abuelo. Nunca tomaba, pero ante la insistencia del señor que escondía el rostro con su sombrero ladeado y por no desairarlo, bebió poco, suficiente para que a la hora muriera envenenado en la casa paterna de la Abasolo. Quizás haya sido una venganza de algún familiar cristero y mi abuelo pagó con esto su lealtad al Estado mexicano, en aquellos fandangosos tiempos.
El 13 de abril toca recorrer la estación de la Abasolo, en la casa del doctor Roberto Coronado.
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