Es la historia de la consecución de tierras ejidales en Ahuacatlán por parte de Albino Cosío.
Omar G. Nieves
Cuando niño tuve la oportunidad de conversar con algunos familiares a los que les pedía información de nuestros antepasados. Y aunque muchas veces no le daban tanta importancia a la solicitud, cuando me daban el tiempo yo me extasiaba con aquellas narraciones.
Una vez mi abuela materna me contó la historia de cuando mi abuelo Albino fue a la ciudad de México para conseguir las tierras ejidales que actualmente tiene el Ejido Ahuacatlán. A grandes rasgos me relató las peripecias y peligros que pasó mi abuelo cuando se fue en un vagón del tren – como “trampa” – con poco dinero y con un solo cambio de ropa. Me dijo que en ese viaje estuvo a punto de perder la vida cuando unos maleantes de la misma locomotora lo quisieron arrojar al vacío andando en marcha. También dijo que mi abuelo logró entrevistarse con el general Lázaro Cárdenas, quien finalmente ordenó expropiar las tierras, y que cuando regresó al pueblo fue recibido en la estación del ferrocarril con bombo y platillo.
Mi abuela no sabía más de aquel viaje, sólo que después de conseguir las tierras Albino Cosío participó en la repartición de predios quedándose hasta el final, exponiéndose él mismo a no recibir nada.
Hoy, a casi 28 años de su fallecimiento, nos encontramos con una carta escrita del puño y letra de mi abuelo, donde da cuenta de cómo fue su encuentro con el Jefe del Departamento Agrario, don Gabino Vázquez, para arreglar el problema de los latifundios en este municipio.
El escrito está fechado el 20 de abril de 1982 – a 42 días en que nací – y no tiene un destinatario concreto; mas se induce, por el contenido, que está dirigido a una autoridad agraria de mucha influencia, pues se pide su intervención para hablar con el presidente del Comisariado Ejidal de aquel entonces, Agustín Aguiar López, para que se le concediera una gratificación al remitente por el sacrificio hecho en 1938.
La misiva señala que en aquel año, cuando mi abuelo tenía la edad de 28 años, las tierras de los campesinos estaban en El Ceboruco, y eran tierras comunales. Él escribe:
“…el volcán era nuestro ejido, y había una comunidad aquí en Ahuacatlán y otra en Ixtlán de pequeños propietarios, y en comunicación estuvimos peliando para desempeñar dicha comisión a México para irle a pedir al general Cárdenas nos hiciera el favor de cambiarnos las tierras de este pueblo del volcán del Ceboruco porque dicha tierras particulares de bastantes propiedades pequeñas que había desde aquí hasta Ixtlán porque dicha tierras no daban ni para pagar la renta de los bueyes, entonces el jefe del departamento agrario, el licenciado don Ignacio Vázquez ordenó que a las propiedades pequeñas de esta región se les aplicara el artículo 37 reformado – debió decir 27 – para afectar algunas tierras…”
Luego, mi abuelo cuenta un hecho curioso y hasta chusco cuando se entrevistó con el Jefe del Departamento Agrario. Él dice que la “multicitada comisión no puso ningún centavo” y que – partió – con “14 pesos, un plano del volcán y un botecito de tierra legítima del volcán del Ceboruco que, cuando se la enseñé al jefe del departamento se tiró en el escritorio del jefe, se asustó, pensó que era pólvora, y le dije que no sucedía nada porque era tierra pacífica de labranza” (como ustedes saben estimados lectores, la arena del volcán es negra y muy parecida a la pólvora). “Así es como yo asumí la responsabilidad de conseguirles las tierras en México”.
La carta continúa narrando cómo siguieron los trámites en la ciudad de México hasta prolongarse por tres meses su estancia allá, pues dice mi abuelo que en ese tiempo era “cuando las compañías extranjeras, inglesas y norteamericanas (se trunca la narración)… el general – Saturnino – Cedillo se alió a las compañías petroleras tratando se hacer proselitismo a una revolución sin conseguirlo, hasta que el general Lázaro Cárdenas fue arrestado en San Luís y ahí les habló a los campesinos que andaban controlando”…
Fue en el mes de Mayo cuando por fin pusieron a disposición de mi abuelo a un ingeniero para medirles las tierras a los campesinos. Siendo poco después el primer presidente del Comisariado Ejidal en Ahuacatlán.
En otro artículo seguiré contando de cuando don Albino Cosío se suscribió a una revista de ideología comunista denominada “La URSS”, haciéndose partidario de la doctrina en los tiempos en que en México se preparaba para el vuelco social que fragmentaría a la república por el cambio social que recurrentemente se sigue demandando.
Coletilla: Después que hubo recibido su parcela, Albino Cosío Arrollo sembró en ella un limón que diariamente regaba y cuidaba con mucho afán. Hoy se sigue conociendo a aquella zona parcelaria como “Los Limones”.
Discussion about this post