En varios actos públicos de Ahuacatlán la diputada Ivideliza encomió de una manera desorbitante a Chuyín Bernal al calificarlo como “el mejor presidente en la historia de Nayarit”. Seguimos pensando que los atributos conferidos al actual alcalde son desmedidos, pero ya no tanto.
¡Y pensar que estuvo a punto de tirar la toalla! Pocos lo saben, pero el personaje que se ha convertido en el pupilo preferido de Licho Reyes llegó a pensar en la renuncia; es decir, los cargos públicos son irrenunciables, pero en este caso hubo un momento en que Chuyín Bernal ya no quería saber nada de la administración pública.
Una persona que por mucho tiempo soñó con ser presidente municipal y que trabajó duro para alcanzar ese objetivo, se vio impotente de no hacer nada de lo que se había propuesto una vez que conocía los intríngulis del poder. José de Jesús Bernal sintió el cisma de su gobierno cuando el que ahora lo releva, José de Jesús Bañuelos, se confrontó con él; cuando comprendió que se había equivocado al poner en varios cargos a personas que nunca le respondieron; y cuando advirtió la indiferencia que todo el tiempo le hizo el gobernador Ney González. En suma, Chuyín estaba solo, o al menos, así sentía.
Evidentemente un político que sufre el menosprecio no puede vivir. Por eso Chuyín logró salir adelante con la ayuda de su esposa, Erika Llamas, y de su compadre, José Rodríguez; quien de contralor pasó a ser el secretario del Ayuntamiento.
Fue después de tratar con Ivideliza, de sincerarse y exponer su aflicción con ella, cuando a Chuyín se le apareció su hada madrina.
En la vida también la suerte cuenta. Y tal parece que al presidente se le conjugaron las circunstancias para que también apareciera la licenciada Lupita Verdín. Después de un penoso conflicto con el arquitecto Ricardo Romero Muñoz, quien se encontraba al frente del Complademun, la licenciada Verdín Bañuelos se queda en ese puesto y los proyectos que la diputada Ivideliza gestionaba, comenzaron a desarrollarse de manera muy eficiente y eficaz, lo cual implica calidad y rapidez.
A Chuyín se le quitó la tartamudez. Recuperó la confianza en sí mismo y cada que nos daba a conocer una nueva obra en los ojos se percibía el entusiasmo que lo embargaba. A excepción de la placa que está colocada en la plaza de toros, donde se exalta la construcción de El Recuerdo por mérito de Chuyín y la diputada – lo cual no es del todo verdad –, al presidente no lo mareó el poder, o por lo menos, y es justo decirlo, no se ensoberbeció como le pasa a la inmensa mayoría de los alcaldes.
Tal vez la personalidad campechana de Chuyín sea lo que no le haya hecho perder el piso. Muchos otros en su lugar y con las obras que alcanzó en tan solo tres años, los hubieran inflado.
Si Bernal Lamas entregara este próximo sábado 17 de septiembre la estafeta al Pelón Bañuelos con las obras que hasta ahorita ha hecho con dinero de la ciudadanía – que no se olvide esto por favor –, sería suficiente para que se despidiera con el reconocimiento del pueblo de Ahuacatlán. Pero sucede que este lunes pasado dio a conocer la creación de un Fideicomiso que tendrá como objetivo la de renovar en su totalidad el drenaje y la red de agua potable en Ahuacatlán, la de construir un drenaje pluvial, y la de poner pavimento hidráulico en todas las calles de la cabecera municipal. Una inversión multimillonaria, aunque parezca increíble.
No, no decimos que se le rindan honores ni honra especial; pero sería injusto hacer lo contrario, lo que muchos están acostumbrados a hacer y lo que hacen los políticos cuando quieren acceder al poder mediante la desacreditación.
A Chuyín se le debe recordar como un servidor público fructífero. Con eso es suficiente.
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