Omar G. Nieves
La sensación de tener clavado un objeto extraño en tu pecho o en tu brazo es angustiante. Nunca te acostumbras.
Permanecer sentado sin moverte mientras miras cómo sale y entra tu sangre a través de unas mangueras, es como si te extrajeran el alma, que te quedaras vacío por dentro.
El hambre atroz que resulta al terminar el proceso, el percutir acelerado del corazón, la debilidad, el vértigo, el entumecimiento de las extremidades, la alta o baja presión, todo, todo cuanto ocurre mientras se está bajo el tratamiento de hemodiálisis para la sustitución de la función renal podría ser prevenido o erradicado si lleváramos una vida más saludable en cuanto a nuestro hábitos alimenticios, y si hubiese gente dispuesta a donar sus órganos a su fenecimiento. Más lo primero que lo segundo.
Hoy culminó la Semana Nacional para la Donación de Órganos y no percibí en las campañas gubernamentales el entusiasmo para promover la donación de órganos, que es la extensión de vida para los que sufren de enfermedades crónico degenerativas por insuficiencia total o parcial de riñones, hígado, corazón o falta de vista.
No vi el testimonio de mis amigos que esperan un trasplante de riñón, o de los nuevos enfermos que cada vez van en aumento. No vi tampoco los casos de éxito, que también suman bastante.
¿Qué nos impide que seamos donadores voluntarios? No conozco iglesia o religión que se oponga tajantemente a los trasplantes de órganos ni a la donación. Además, se tiene por comprobado que una persona al morir se descompone, se desintegra con todo y ombligo, vesícula biliar, páncreas y apéndice. Al mismo tiempo, conocemos los casos en que una persona que muere y es donador de órganos le aumenta las expectativas y la calidad de vida a otra que sufre mucho.
Cuando por ejemplo su servidor tuvo la fortuna de contar con el regalo inmerecido de mi padre al recibir un riñón, nos tocó ver como tres personas dieron un vuelco en sus vidas tras recibir los órganos de una persona que lamentablemente falleció en Cuernavaca, Morelos. Ese día en 18 horas se hicieron dos trasplantes de riñón y uno de hígado.
Ciertamente hay personas que no valoran sus vidas. Que llevan una vida desenfrenada, consumiendo drogas, alcohol o comidas malsanas, que no hacen ejercicio y que como consecuencia de ello se enferman. Pero hay otros cuyos problemas no tienen esas causas. Jóvenes que son víctimas del imprevisto.
La donación de órganos es un acto de amor a la humanidad y a Dios mismo. Porque cuando uno muere no sabe a quién está ayudando. Dar un regalo a alguien que se aprecia es algo prodigioso, máxime sabiendo que se desprende de aquello que le es útil para la vida; pero dejar un testamento, dejar un regalo a alguien que no se conoce, es algo extraordinario, sublime.
Qué aflicción da ver un perrito cojeando o herido. Qué pesar se siente cuando un amigo desvanece en la enfermedad. Qué dolor ver a una persona querida en desgaste continuo. Qué tristeza que no haya más gente que se sensibilice ante tanta desgracia.
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