El pasado 19 de enero se cumplieron 11 años del trasplante de Omar. Habría querido escribir sobre ese tema en su momento, pero el tiempo y otros factores me lo impidieron, pero desde este espacio externo mi agradecimiento con Dios, con los doctores y enfermeras que participaron en la operación.
Mucho le hemos batallado pues, debido a sus bajas defensas las enfermedades se suceden con frecuencia; sin embargo aquí seguimos todavía, esperando que el riñón implantado resista mucho tiempo más.
Luego este 26 de enero mi esposa Tacha llegó a los 4 años de haber sido trasplantada también y el corazón se contrae al recordar todas esas peripecias, desajustes emocionales y tensiones derivadas de sus sesiones de hemodiálisis y todo el protocolo que se siguió en el Centro Médico de Guadalajara.
Bethy –su donadora– y ella habían sido citadas el 23, dos días antes de haberse programado la operación, pero un donador cadavérico hizo que la intervención se aplazara un día, es decir, del 25 al 26. Ambas continuaron en el cuarto aislado.
Ese lapso fue para un servidor un verdadero calvario que se agudizó todavía más cuando se nos informó que hasta podrían suspender el trasplante debido a diversos asuntos que no quisiera mencionar; pero basta decir que eso me ocasionó a mí un desequilibrio mental.
La impotencia y el hecho de pensar que todos los esfuerzos de la donadora y todos los problemas de salud que enfrentó mi esposa durante los tres años de hemodiálisis se podrían venir abajo, hizo que perdiera el conocimiento cuando subí al quinto piso de la torre de especialidades del CMO.
Bethy –la donadora–, quien había dejado todo en San Diego para cumplir con un acto de humanismo –es decir, donar un riñón a una mujer que nunca antes había conocido– fue pieza clave para que se continuara con el proceso del trasplante. Incluso lloró, rogó e imploró. Omar tuvo que hablar con el director de nefrología para que no se suspendiera la operación. Al final los médicos accedieron y las condujeron al quirófano.
El trasplante se realizó justo el 26 de enero de 2016; hace pues cuatro años y, al igual que Omar, también se vio en aprietos en el proceso postoperatorio, hasta que logró su estabilidad; pero han sido muchas las veces que esa Insuficiencia Renal Crónica de Omar y de mi esposa, nos ha causado desvelos, preocupaciones, desgastes físicos y económicos, etcétera.
Ambos se la han estado jugando con un riñón implantado. Ojalá y que sus vidas se prolonguen por muchos años más; y así mismo espero que a Bethy y a un servidor, como donadores, Dios nos siga protegiendo.
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