Omar G. Nieves
La primera vez que fui a Guadalajara solo, traté de pedir una buena cantidad de referencias a fin de llegar a la casa donde me hospedaría evitando todo tipo de contratiempos. La escasez económica me obligaba a usar el transporte urbano, y desde entonces este tipo de experiencias me han aleccionado en la administración del dinero, la forma más rápida en como se conoce un nuevo entorno social, y a divertirse; porque quien no se divierte de sus aprietos, no avanza… ¿Tacañería?, no creo. Una vez de madrugada trayendo suficiente dinero mi primo Charro y yo caminamos cuatro horas cruzando media ciudad. Es la pasión por la aventura que todos tenemos.
Así pasó en mi más reciente viaje a la Perla Tapatía. Diariamente me trasladaba a la Feria Internacional del Libro en la ruta 55 que va de Tlaquepaque a Zapopan. De esta otra experiencia resultaron otras tantas lecciones. No se diga las que asimilé en la propia FIL.
En el camión 55 suben muy temprano los alumnos del CUCEI; le siguen los oficinistas y empleados comerciales; y finalmente las amas de casa que van de compras. El regreso como es arbitrario, los hace converger a todos.
La primera plática fue con un señor panzón que mientras me decía que sus aspiraciones era ser un músico roquero, no paraba de tragarse una torta cuyo consomé le engrasaba la boca. A esta persona le pedí su opinión sobre un espectáculo teatral de marionetas gigantes que se realizaba en Guadalajara. Su respuesta fue muy cómica: Dijo que le parecía un gasto excesivo. Que el gobierno estaba desperdiciando un dinero que podría utilizarse en otras necesidades. Que si él fuera gobernador mandaría a hacer una pizza gigante. Remató diciendo que esa pizza se la comería solo.
El tipo barrigón se presentaba física y socialmente como un hombre acomplejado y egoísta. En su robusto estómago bien podría caber la pizza gigante que quería y todas las triquiñuelas que estas personas están dispuestas a hacer con tal de auto complacerse a costa de los demás.
En Tepic, Ney no trajo el show de las marionetas francesas, pero acaba de poner una pista de hielo en La Loma que también podría acarrear la corrosiva crítica de sus adversarios, y con ella, la de mucha gente que pensará en la pizza gigante.
Otro episodio que llamó nuestra atención fue el siguiente:
El camión repleto de pasajeros. Un señor medio calvo sentado. Una joven atractiva que aborda el autobús. El señor medio calvo que cortésmente le cede el lugar. Un asiento que se desocupa. El señor medio calvo que lo toma. Una señora gorda que sube al camión. El señor medio calvo que finge no verla para permanecer en el asiento.
¿Por qué una persona se comporta socialmente distinta en una situación idéntica? Por los prejuicios y complejos con las que ha crecido. El prejuicio lo hace discriminar a una señora que por su complexión y apariencia física la deja parada. Y su complejo – que es más complicado averiguar – ha hecho querer agradarle a una mujer atractiva.
La recomendación sería ir con un paño en los ojos en la vida, para ver si a ciegas aprendemos a tratar a las personas por quienes son, no por lo que aparentan ser.
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