Misael de Santiago Velasco
Esto que les voy a platicar pasó hace muchos años por mi pueblo Ixtlán del Río, Nayarit, aunque en la modernidad del propio siglo XXI se repiten las cosas.
Don Magdaleno era un señor que vivía solo, no tenía familia. Su tez era medio indígena, le daba un parecido a alguna etnia de Oaxaca. Por las calles piropeaba a las muchachas, pero no en forma grosera. Es más, las féminas de la época lo motivaban para eso. Vestía de preferencia de color blanco, algo elegante. Poca gente del pueblo sabía de dónde vino y menos de sus familiares.
Le gustaba platicar con niños y con jóvenes. Platicaba sus hazañas y mencionaba muchos lugares del país en donde decía que había desempeñado varios oficios. Además decía que había tenido esposa e hijos pero nunca mencionó el lugar de donde procedía. Al pueblo llegó solo y ya era adulto. Vivió por la avenida Hidalgo, muy cerca donde hoy es la primaria “Narciso Mendoza”.
Conforme pasaban los días y ser avecindado fue conociendo el movimiento tanto cultural, educativo y político. Antes solo funcionaban dos partidos políticos para las elecciones. Por allá principios de los 60, había un presidente municipal que llevaba al municipio hacia la prosperidad. Eso incentivó a don Magdaleno a propiciar un movimiento con los ciudadanos del pueblo. Les decía que él quería ser presidente municipal, como “Don Tino”, o sea el presidente en turno, que posiblemente si el pueblo lo nombraba presidente, sería mejor que el mencionado.
Pues bien, “Don Tino” terminó su periodo. El partido en el poder inició la campaña con un candidato para llegar a la presidencia municipal. A don Magdaleno nadie lo tomó en cuenta, ni siquiera pertenecía algún partido; sólo se decía que ese señor estaba “loquito”.
Después llegó otra persona a ser presidente municipal. Don Magdaleno quedó con cuerda. Ya no decía que quería ser presidente, sino que él era el presidente, pero como no le dieron el palacio municipal, él mandaría en su casa. Los niños y jóvenes que platicábamos con don Magdaleno le daban más cuerda y siempre lo saludaban como “mi presidente municipal”, cosa que ponía muy contento al señor, el cual les regalaba dulces y otras golosinas.
Esto que le pasó a don Magdaleno, le puede pasar a cualquier candidato de hoy, pues pasa a ser que en todos los partidos políticos o coaliciones –hoy de moda– tiene gente acelerada. Bueno, algunos sin partido que dicen que van sobre un puesto de elección popular. Las más asediadas son las presidencias municipales, sindicatura, regidurías y en menor escala las diputaciones.
Hay quien le está metiendo un buen billete para lograr su fin, y más ahora que dicen que el electorado vota ya por el mono y no por el partido político. Bueno deseo que al político que quiera ser candidato a algo, le vaya bien y a los que no se les haga, tengan listo pasiflorine o ecuaniles para los nervios.
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