Fue al pasón cuando lo vimos. Inconfundible. Se encontraba parado al pie de un portón, al poniente de Tepic. Conversaba con dos jóvenes y Ramón hacía señas con la diestra. Movía su mano hacia un lado y otro.
Fue una simple casualidad, pero tan pronto como lo avistamos detuvimos la camioneta y nos encaminamos presurosos hacia él. Vestía pants negro y playera gris. Una cicatriz cerca de su mejilla derecha confirmó su identidad.
Se trataba efectivamente del ex seleccionado nacional, mundialista en el 94 y 98 e ídolo de la afición futbolera, Ramón Ramírez Ceseña.
Accesible en toda la extensión de la palabra. Durante los pocos minutos que conversamos con él, dio muestras de su sencillez y cordialidad y hasta se aventó dos o tres chascarrillos. Omar y yo estuvimos atentos a todo. Le preguntamos varias “cosillas” y nos respondió con suma amabilidad.
Horas antes había arribado a la capital nayarita, procedente de Houston, Texas. Confesó que estaría poco tiempo en Tepic y que luego regresaría a aquella ciudad perteneciente al vecino país del norte.
Contó que abrazó un proyecto de canchas de futbol 7 y que combinaba esta actividad —como empresario— con su faceta de comentarista; e igualmente reveló que no ha dejado el ejercicio físico y que de vez en cuando se avienta “la cascarita”, además de jugar constantemente con equipos conformados por ex profesionales, principalmente con sus ex compañeros de chivas; “pero ahora en lugar de correr, ruedo”, dijo en son de broma.
Ramón Ramírez en realidad sigue teniendo un cuerpo atlético. Las huellas del ejercicio físico están marcadas en sus dorsos. Su rostro es jovial; tez rosada —chapeteado— y cabello negro. El tiempo no parece hacerle mella.
Recordó a sus familiares de Ixtlán llamándolos por su apodo: “Los Papanico”; aunque afirmó que nunca jugó en esta ciudad y recordó su etapa infantil al revelar que se formó con el Rorro Luna, formando parte de aquel torneo llamado “Al Agua Patos”.
De igual forma rememoró pasajes de aquellos dos mundiales que jugó con la selección mexicana; en Estados Unidos, 1994; y en Francia, 1998, jugando al lado de otras figuras del balompié, como Claudio Suárez, Benjamín Galindo, Luis Hernández, García Aspe y Jorge Campos, entre otros.
Con un apretón de manos y esbozando una sonrisa, nos despedimos de Ramón, no sin antes enviar un saludo a todos los ixtlenses.
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