Nuevamente catafixiamos el ulular de sirenas de patrullas o ambulancias que nos predisponen a imaginar que ya hubo otros enfrentamientos, que hay más pérdidas de vidas, que en las investigaciones sólo señalarán casquillos percutidos, etc. También hicimos el canje del amanecer cotidiano del sonido musical del vendedor de gas, del que compra fierros viejos, del vendedor de tamales, de elotes, de bolillos, por el sonido placentero que ofrece la madre naturaleza con el viento, cascadas, arroyos, trinos, cantos de chicharras; y para ello, nos trasladamos a Cuetzalan que se ubica en la sierra Madre Oriental del estado de Puebla. Allí patrióticamente celebramos las fiestas patrias.
Previo al traslado a Cuetzalan estuvimos en el D. F. en donde es halagador disfrutar del centro histórico, la alameda central, entre otros sitios atractivos de la capital del país. El día trece, vimos como desocupaban el zócalo los integrantes del SME que ya tenían tiempo en un plantón, haciendo sus reclamos al gobierno –del empleo– que los despojó de sus fuentes de trabajo.
Al siguiente día los medios informaban que el gobierno federal y el del D.F., como les urgía el espacio para hacer la celebración tradicional de las fiestas Patrias, se sentaron a dialogar con el dirigente Martín Esparza que hábilmente sacó la mejor tajada, algunos millones de pesos, –creo que 21– de las cuotas de los miembros de ese extinto gremio, a parte de inmuebles del patrimonio sindical –que más bien parece patrimonio personal–.
Por eso decepcionan los líderes a quienes algunas veces se les coloca en pedestales y luego enseñan el cobre. Este líder ya tiene pretensiones políticas con cara a los comicios del 2012, y los ex trabajadores que al perder sus fuentes de empleo, muchos están en el comercio informal, sin duda le engordarán el caldo.
El día 15 ya estábamos en Cuetzalan, cuyo significado en Náhuatl es “lugar donde abundan las plumas hermosas”, término asociado con el tributo que hacía el pueblo al imperio tenotcha.
Este pueblo se encuentra a308 kilómetrosdel Distrito Federal, y se llega recorriendo muchas curvas, pero admirando el paisaje, y los entronques con diversas poblaciones con nombres en náhuatl, al fin aparecen letreros que dicen: “Valió la pena, pero ya estás en el paraíso”.
Y si, es un pueblo al que se le denomina “Mágico”, con sus calles angostas debidamente empedradas con piedras como las que se conocen como lajas, sus habitantes en su mayoría indígenas con sus vestidos que lucen orgullosamente muy pulcros, vendiendo sus artesanías fabricadas en madera, bambú y tejidos entre otros. Eso sí, llueve a diario y el clima es muy fresco, pero no se suspenden los actos de la festividad septembrina.
Y ya instalados en el hotel, Tosepan kali, me doy cuenta que su significado es “donde la naturaleza es nuestra casa”, y que forma parte de un programa indígena de turismo alternativo, creado bajo el movimiento cooperativo de la Sociedad Cooperativa Tosepan Titataniske, organización integrada por familias de campesinos indígenas, quienes dan excelente atención al turista; cuenta con excelentes cabañas, restaurante, tienda donde expenden café, dulces, champús, cremas corporales, gel para el cabello, todo elaborado con productos de la región, y naturalmente artesanías.
El prefijo Topen que lo vemos en muchas partes significa “la convivencia del ser humano con la naturaleza”. Las habitaciones, a parte del número tradicional tienen nombres náhuatl. Por ejemplo el nuestro, se llamaba Zoconot: “cortina corteza de árbol”. La zona produce aparte de café, también bambú, de allí que muebles, columnas, techos puertas, cortinas entre otros enceres estén elaborados con bambú, dando un atractivo especial muy especial a la estructura del hotel.
En el Zócalo disfrutamos de la noche mexicana, con bailables, música vernácula, los voladores de Cuetzalan y saboreando el aromático café de la región, y naturalmente del tradicional grito y del castillo.
Ya noche, de regreso al subir entre veredas a la parte del cerrito donde se ubica el hotel, el canto de las chicharras, la brisa y el viento es agradable. En la habitación nada de televisión pues nuestra estancia era de convivencia netamente familiar y para relajarnos.
A los siguientes días descansaditos a conocer sus bellezas que nos ofrece tan acogedor lugar. La cascada, las brisas a las que nos condujeron dos niños como guías. Para llegar se tiene que bajar un titipuchal de escalones para ver esa maravilla de la naturaleza, y en el recorrido variedad de árboles, aves, mariposas, unas de ellas caprichosamente en sus alas se figura el número 88.
Importante también la Zona Arqueológica de Yohualichan, a siete kilómetros de Cuetzalan, constituye un legado muy importante en la Historia Prehispánica de Puebla, ya que fue habitado por grupos otomí y totonacas que se piensan fueron los mismos que edificaron la ciudad gemela del Tajín en Veracruz. Grutas de Chivostoc o del amocualli es y la del ampolhui.
Los sábados es día de tianguis y aun se acostumbra el trueque. Su gastronomía, aparte de barata, es deliciosa: mixiote, tlayosos (no confundir con tlacoyos, esos son otros), éstos son unos tacos pequeños de masa de maíz rellenos de alverjón, éste es una leguminosa que se coce con sal, y con hojas a aguacate molidas, chile y manteca, se hace una pasta con la que se rellenan las tortillas, también son tradicionales los molotes, una especie de taquitos enrollados rellenos de champiñones.
Hay varias comunidades cercas una de la otra. El municipio tiene aproximadamente 10 mil habitantes, y el trasporte me hizo recordar los que en los años sesentas todavía existían aquí, principalmente en la costa, los llamados carros tropicales –con el peculiar chango, el cobrador–.
Así es el transporte en Cuetzalan, sólo que son camionetas pero con las bancas laterales para el usuario. Los taxis, son moto taxis como los que conocimos en Tecún Umán, en Guatemala.
El encanto de estos pueblos lo quieren quebrantar las grandes tiendas trasnacionales de auto servicio, como Wal-Mart, que en este caso aunque ya recibió el respaldo del gobierno de Puebla, los órganos Ejecutivos y Técnico del Comité del Ordenamiento territorial integral del municipio de Cuetzalan se oponen a que se establezca, porque a decir de ellos, contravienen el Programa de Ordenamiento Ecológico y el esquema de Desarrollo Urbano y además, afectaría a los comercios establecidos, a la producción agrícola pecuaria y agroindustrial, dejarían fuera del mercado a todos los productos de campesinos y agrupaciones que no alcanzan volúmenes grandes.
Las hortalizas, legumbres, verduras, frutas y animales comestibles serían sustituidos por los productos estándar creados fuera del municipio. En el supuesto de que la megatienda adquiera algunos bienes locales, las condiciones de compra que establecen castigan al máximo a los productores en precio, tiempo de pago y reglas de devolución de los productos.
Arrojaría toneladas de basura no degradable. Los desechos naturales se pueden reciclar en la naturaleza pero los envases industriales y comerciales han destruido el metabolismo de los ecosistemas. Aumentaría la circulación de vehículos.
Los turistas que visitan Cuetzalan buscan exactamente lo contrario de lo que significa Wal-Mart, el viajero viene por la diversidad productiva, la paisajística y la cultural sobre todo, no a ver un mega establecimiento que puede encontrar en cualquier ciudad.
El cabildo también entra al quite: “La cabecera tiene aproximadamente 6,000 habitantes (5,957 en 2010), falta de un adecuado drenaje, hace diez años se le consideró pueblo mágico, que podrían ser alteradas a tal grado de que sería insostenible dicha denominación en el corto plazo”. Si continúan organizadamente los habitantes de Cuetzalan con esa postura, tendrán por mucho tiempo ese paraíso que les regala la madre naturaleza.
Por último, Puebla de los Ángeles, preciosa ciudad con su centro histórico, y naturalmente saborear los exquisitos tacos árabes u orientales y sus dulces tradicionales entre otras cosas dignas de Puebla. Y nuevamente en nuestro querido terruño, santiguándonos a diario.
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