AHUACATLÁN
No menos de 12 personas transportaba aquella camioneta azul y de modelo no muy reciente. Diez de ellas iban replegadas en la caja; menos de 50 centímetros entre una y otra. Cien metros antes de llegar al parque Morelos, todos metieron sus manos a sus bolsos y extrajeron el trozo de tela para colocarlo en sus bocas; pero una vez que traspasaron la zona centro de nuevo lo guardaron y continuaron su camino; así, sin tapabocas.
Esta escena es muy común en Ahuacatlán y parece ser que en todas partes. La gente solamente usa el cubrebocas cuando acude a la zona centro, porque en los barrios y calles de la periferia y ya no se diga en las colonias populares, no se ve a las personas protegiéndose del COVID-19.
El cubrebocas es ahora un accesorio muy común; sin embargo, la mayoría de las personas que lo utilizan tiene malas prácticas con su uso. Constantemente se lo están acomodando y eso incrementa el riesgo de que el virus adherido en la tela pase a las manos y a la cara, incrementando el riesgo de infección.
El que se estén tocando la cara para acomodárselo, se lo quiten para hablar, lo acomoden y todo, nulifica cualquier beneficio que le pueda dar a la persona porque se supone que no debemos de tocar el cubrebocas y preferentemente desecharlo.
En colonias como la Demetrio Vallejo, Prisciliano Sánchez, Benito Juárez, 8 de mayo y Las huertas, por citar algunas, la gente hace su vida –digamos-de manera normal-. Acuden a la tienda de la esquina sin cubre bocas.
El gobierno municipal colocó cintas amarillas en las dos plazas del centro histórico y en otros espacios públicos; pero hay personas que simplemente alzan la cinta y se meten para acortar su camino o incluso para descansar en alguna banca.
Mientras tanto, la gente de las colonias sigue como si nada. Salen cuatro o cinco veces al día por cualquier motivo –comprar en la carnicería, en la tienda de autoservicio, tortillerías, visitar a los amigos o familiares, etc.-, y el cubrebocas, en caso de llevarlo, lo usan como bufanda.
En Ahuacatlán –lo mismo que en Jala y en Ixtlán- siguen quienes no creen que la pandemia sea verdad o quienes se encomiendan al caltísimo”. “Si nos toca ya será cosa de él”, se escuchó decir a una mujer que acudió de compras con “El carita”.
Otros utilizan el cubre bocas como un elemento de “quita y pon”. Llega y lo pone en la mesa de su casa. Si va a salir se lo vuelve a colocar, dos, tres, cuatro o hasta 50 veces… así de sencillo.
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