Por la ruta de la historia
De los jueves feos, sufribles, lentos y desesperantes. Estar con los sentimientos enredados por exceso de evocaciones, donde aquellos seres maravillosos se han ido y regresan en estos instantes y vuelvo a estar niño, a mi origen que está a unos metros de esta esquina de reunión.
Quise disfrutarlo, pero me ganó la emoción y la tristeza. Encontré mis huellas de Beto y recogí mis lágrimas. Me vi cuando cruzaba la calle Arista, a la edad de un año, para ir en busca de mi abuela Lupe a su casa cálida de Abasolo 89.
Estar aquí para lamentablemente descubrir que ya no existe esa casa, se la tragó el tigre de la demolición y solamente el polvo existe en mi alma y las imágenes se conservan intactas en el archivo de mi afligido corazón.
Estamos colocando la primera placa en esta esquina que forma parte de la muralla del General Romero: en este lugar se ubicaba “La Piedra Parada”, una piedra de más de un metro y medio de altura por 75 centímetros de ancho. No se tiene noticia de su origen, por lo que se presume era tan antigua como la fundación del pueblo mismo.
En ella los arrieros amarraban sus bestias de carga cuando acudían a una tienda localizada en sus inmediaciones. Su trascendencia como punto de referencia fue tal que le dio su nombre al barrio en el que se encontraba. En 1955 a solicitud de la señora María Irene González propietaria de la casa contigua fue removida.
Nos acompaña el señor Adolfo Sánchez González y su señora esposa Martha Miramontes, Isidro Montalvo, yerno del famoso “birriero” del barrio, don Andrés; el profesor Marco Antonio González; el cronista de El Fuerte Sinaloa e historiador de nuestra ciudad Ernesto Parra Flores; Roberto Parra; Tony Coronado; Joaquín Villalobos; el infatigable maestro Pablo Torres Sánchez y este escribano.
Caminamos y me estremezco, si supieran los invitados cómo me siento por las palabras y los rostros que me trae el viento. Las sacudidas no sólo a mi pelo sino que me trastoca mi espíritu, deseo que se termine la solemnidad del acto, pero faltó silicón, se descargó la batería del taladro. Se tardaba tanto, mi lenta agonía seguía estando enfrente de mi tragedia, de mi Casa Grande, de mis ciruelos, de los años que me provocaban un caudal, una revoltura que no creía que fuera cierto.
Estamos en la Casa de la Capilla, en su interior, un cuarto conserva las pinturas de los arcángeles Miguel y Rafael, custodiando el nicho donde se colocaba la imagen del “Señor de Cacalután”, cuando visitaba la ciudad desde su pueblo de origen.
La “Casa de la Capilla”, es una construcción de la época del porfiriato, también reconocida como la casa de “Los Charritos” o de “Los González”. Su primer dueño fue el Doctor Francisco Zampayo, originario de Guadalajara, Jalisco. En 1930 fue adquirida por don Isidoro González Ramírez, un arriero procedente de Nochistlán, Zacatecas.
Este edificio también fue utilizado como escuela, hospital y cuartel militar en los tiempos de la revolución maderista. Toco en el portón metálico de esta añorada casa y saludo a Jovita González y me da tanto gusto que hasta foto le tomo. Se quedó sola porque Isidora y Eulalia fallecieron hace tiempo. Se quedó con los olores de la alfalfa y la leche.
Seguimos caminando y aunque la tarde sea apacible traigo a los demonios sueltos de la nostalgia grave que danzan burlonamente y que no tienen consideración de mis pesares.
Llegamos a la esquina que topa con la Moctezuma. Casa de Cayetano Manjarrez, construida a finales del siglo XIX, fue propiedad de este hacendado quien la heredó a sus hermanos Margarito y Quirina.
Entre 1940 y 1960 funcionó como tienda de abarrotes, luciendo y resaltando su estantería de madera, atendida por el comerciante Juan Manjarrez González. Su estilo arquitectónico es el característico “Ixtlán Neoclásico” de la época, luce antiguos ventanales, puertas y herrería, arcos de medio punto y columnas de cantera.
En su interior existe una serie de pinturas y simbolismos de figuras geométricas plasmadas en sus muros. Siguen los colores de la tarde y se abre la siguiente invitación como si fueran capullos para este jueves en la esquina Madero y Cuautemoczín.
Recojo pedazos de mi corazón y qué momentos viví como un tren de vagones largos y ruidosos.
Discussion about this post