FIL- Guadalajara; Nov. 30.- (Omar G. Nieves).- La presentación del libro ¡Basta de historias! de Andrés Oppenheimer se antojaba como de las más abarrotadas. Pero no; el ganador del Premio Pulitzer y de otros tantos de alto vuelo no tuvo la repercusión que se esperaba.
Llegó a la sala 2 con ropa informal, como solía llegar Monsivaís, con chaqueta negra y pantalón de mezclilla. Sin embargo, a diferencia del gran Mosi, Oppenheimer pasó desapercibido. El entrevistador más influyente de habla hispana en Estados Unidos no tuvo eco, y más aún, en la firma de autógrafos de su más reciente libro no se gastó mucha tinta.
Eso sí en cuanto a su disertación ¡Pura vitamina! Andrés puso en contexto la educación en los países latinoamericanos, en los que se vive permanentemente obsesionado con la historia y con el pasado, sin mirar hacia adelante. Una de tantas evidencias se encuentra en los periódicos, donde los artículos de opinión son sobre historia o sobre lo que comentan los políticos.
Ejemplos sobre la fijación que tenemos los latinos por el pasado abundaron en la exposición: La exhumación de los restos de Bolívar en Venezuela para saber – por iniciativa de Hugo Chávez – si éste había muerto de tuberculosis o si se trató de un artero asesinato de la oligarquía. La exhumación de Alfaro en Ecuador durante el primer año de gobierno de Rafael Correa; quien pidió mandar al prócer a Montecristo, y que por oposición de sus bisnietas tuvo que ser partido en dos para que una parte de sus restos se quedarán donde estaban. La disputa del ex presidente Manuel Celaya para que el cuerpo de Morazán se trasladara a Honduras, cuando éste había muerto en Costa Rica y había pedido descansar en El Salvador, donde estaba. (Oppenheimer informó que la solución que se está proponiendo entre los tres gobiernos es compartirse el cuerpo de Morazán turnándoselo cada cierto tiempo). Y en México, es muy conocido que hace unos meses sacaron de sus urnas a los héroes de la independencia para pasearlos por la avenida Reforma y trasladarlos a otro lugar, donde se les restauraría.
¿Está mal aprender y apreciar a la historia y sus héroes? No, dice el periodista. “Lo que está mal es festejar el bicentenario con 240 millones de pesos. Estar obsesionados por el pasado y guiados por la ideología. Mientras que otros, en Finlandia, China, corea del Sur u otros países de Europa y Asia, están pensando en el futuro y siendo guiados por la ciencia”.
Para hacer su libro Oppenheimer recorrió muchos países del mundo entrevistando a estudiantes, maestros y dirigentes sindicales como Elba Esther Gordillo. De lo que extrajo una lección muy singular: nos hace falta humildad. Y explica: “En oriente los maestros y gobernantes no se conforman con sus avances educativos y tecnológicos; siempre afirman que están mal en la educación… es una especia de paranoia constructiva”.
La presentación del libro fue llenándose de datos más concretos y hasta gráficos. Oppenheimer se valió de una tasa de café que traía en ese rato para ilustrar que en Colombia el campesino cafetalero recibe el 3 por ciento de lo que paga el consumidor final de ese café en Estados Unidos, mientras que el Starbucks – tienda comercial de la bebida – se queda con el 97 por ciento. Después el conferencista sacó una diminuta tanga femenina de la marca Victoria Secret que usó para cotejar el costo del pedacito de tela con su precio en el mercado; para luego añadir: “en nuestros días la información y el conocimiento es lo más valioso. ¿En qué país queremos estar, en los que producen la materia o en la que la transforman y le sacan el mayor provecho?”.
Continuará…
Nota: Al final entrevistamos a Oppenheimer sobre la explotación y la diferenciación que hace entre el trabajo físico y el intelectual.
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