IXTLÁN DEL RÍO. – Cerca de las nueve de la mañana un sonido en el centro de Ixtlán empieza a escucharse. Las amas de casa preparan el desayuno, mientras los vendedores fijos, semifijos y ambulantes aperturan sus negocios.
Llega el camión. Las labores de carga y descarga entorpecen la vialidad tanto vehicular como peatonal; y por si fuera poco, algunos dueños de comercios invaden las banquetas con jabas, diablitos y hasta cartones. La situación es aún más complicada en las cercanías del mercado público municipal.
Algo similar ocurre en las calles Cinco de Mayo y Allende, Aldama e Hidalgo. El ajetreo es mucho; unos a pie, otros en carro, y los más aventurados en bicicletas; pero todos transitan por donde mismo: La calle.
Es difícil ordenar el tráfico en la zona. Faltan oficiales de tránsito. Los pocos que hay se encuentran ocupados a esa hora en las escuelas para proteger a los estudiantes.
En la esquina de Hidalgo y Cinco de Mayo se observa a un motociclista que ya anteriormente había sido reconvenido por los oficiales de tránsito por no utilizar casco. Parece no importarle mucho. De nueva cuenta circula por las calles sin el referido morrión. Parece que lleva mucha prisa y, valiéndole un soberano cacahuate, rebasa al siguiente vehículo por su costado derecho.
Rebasar por la derecha y si casco, es una práctica que, pese a la insistencia de los tránsitos, no se ha podido erradicar. La cultura de la mayoría de los motociclistas está a la zaga.
En Ixtlán el padrón vehicular registra un incremento cercano al ¡300 por ciento!, en relación a hace dos lustros. Los espacios para el estacionamiento están agotados. Los vehículos pesados siguen transitando por la “calle real”, entorpeciendo todavía más el tráfico. Definitivamente, hacen falta más oficiales para ordenar la vialidad.
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