LEONEL ARCINIEGA NIEVES
No es hoy. ¡No es de hoy! ¡No es el fútbol!, son años y años de corrupción e impunidad, en todos lados hacia donde se volteé por don donde se vea, instituciones públicas, empresas privadas de todo tipo. Familias que cierran los ojos a lo que pasa en su entorno, niñas, niños que idolatran personajes que los mismos medios masivos de comunicación enaltecen.
Jóvenes que deslumbrados por la facilidad de ganar dinero se encauzan por malos caminos al amparo de la indiferencia de quién tiene la responsabilidad de su guía.
La educación para la competencia, para no dejarse de los demás, para la libertad de elección de las veredas por andar sin darles las rutas y ubicaciones de las piedras en la que ya tropezamos. Y ante las mil opciones equivocas y las pocas correctas, ¿Cuál podrá ser y/o ha sido como tristemente —hoy lo vemos— los resultados?
Lo sucedido en Querétaro, no es más que una detonación de las miles que diaria y tristemente, explotan en nuestro país; al margen queda la impotencia de ver cómo todo el marco normativo que se supone rige nuestra vida, queda destrozado.
El número de víctimas pudiera ser ya indistinto, porque realmente no lo sabremos ya, por la magia para cubrir el sol con el dedo de nuestros representantes sociales.
Pero vimos ira indiscriminada sin razón de ser, abusadores que cobardemente al amparo de la turba sacan frustraciones contra semejantes inocentes y que con toda tranquilidad seguramente tomaron esas acciones como un triunfo; pero también lamentablemente, ¿C uántas veces ese coraje no le vemos en el actuar de personajes públicos que en su actuación y ante su incapacidad del ejercicio del cargo, actúan en base a su posición jerárquica, de manera soberbia y altanera dejando de lado la ley que protestaron respetar alimentando el divisionismo y el resentimiento por así convenir a intereses propios, lo que luego se convierte en combustible para el desastre?
Una sola víctima no tiene razón de ser en ningún punto, ¡En ningún contexto! La solución: la voluntad para el combate a este cáncer social que nos aqueja, que es la corrupción e impunidad.
Se dará si tomamos el camino largo, trans generacional, seguramente, el de la educación que genere oportunidades justas (justicia), fraternales y solidarias que aseguren la convivencia sana, pacífica y armoniosa con el respeto al medio ambiente y a la naturaleza de las cosas.
Lo que debiera ser el bien a tutelar o principio y fin de nuestro sistema democrático, oraciones para víctimas, solidaridad para familiares, amigas y amigos.
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