Omar G. Nieves
Si el pueblo no ha aprendido de sus errores, dejémoslo que rectifique cuando una vez más se de cuenta que el viejo sistema priista no es la solución; pero no se le confunda con la idea de que la oposición unida, aunque la formación de sus componentes sea antagónica, puede concitar el cambio que México requiere, porque no es así.
Y si en tierra cora se dice que solo una alianza electoral podría garantizar el triunfo de la oposición, queriendo equiparar el contexto político de aquellas entidades a la nuestra, se está faltando a la verdad, porque aunque los medios de comunicación sigan cautivos de mutuo propio, aquí sí se puede vencer desde la oposición. Por lo tanto, rechácese la recriminación del estado caciquil, porque no es así.
Si se refieren a una coalición coyuntural para sacar adelante el estado, donde el agua y el aceite marchen juntos sin que interfieran intereses personales o de grupo, no se crean de la agenda política común, ni de pactos o acuerdos limpios, porque no es así.
Pero si en cambio decimos que detrás de la alianza y la coalición van de la mano la voracidad de unos cuantos, y la mercantilización del PAN y el PRD en unas manos, créanlo, por así es.
El PAN y el PRD no tienen nada que hacer juntos en Nayarit, aunque así lo quieran muchos. Estos enlaces son como los matrimonios que se dan por intereses malsanos: pronto acaban por divorciarse; y si no lo hacen, viven en la amargura de ser una pareja incompatible, desdichada y menospreciada por expresar los bajos instintos de supervivencia. Preferible morir de pie, que vivir de rodillas.
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