“La revolución del siglo XXI será por el cuidado del planeta y la recuperación de valores comunitarios”.
Manuel Olimón.
Entrevista
Uno de los hombres más brillantes e ilustres de la iglesia católica es el padre Manuel Olimón Nolasco*, autor de 9 libros, numerosos textos académicos, ensayos y ponencias de teología, historia, política y derecho. Gran impulsor de las reformas constitucionales en materia de libertad de culto y religión de 1992, e investigador inagotable de la historia de México.
Omar: ¿En qué momento inicia la Revolución Mexicana?
– Yo creo que las ideas de Madero y el primer impulso que él dio al movimiento fue algo de carácter simbólico que abrió, como se dice, la caja de Pandora de todos los males que México tenía. Y por eso, y el hecho de que se hubiera brincado una generación importante de mexicanos, políticos, intelectuales, etcétera, durante el envejecimiento de los porfiristas, hizo que esto fuera mucho más grave.
Luego el problema de las diferencias regiones. No era lo mismo el sur de Zapata, que el centro, donde después se desarrollaron otros movimientos guerrilleros; que el norte, Chihuahua, Sonora y Coahuila, de donde surgieron los primeros líderes; y después que fueron los dominantes, Carranza, Calles y demás. Eso creo que hace que la Revolución Mexicana haya sido un movimiento complejo muy difícil de asumir, y que actualmente todavía sea algo que no está terminado.
Omar: ¿Estamos hablando de una diversidad de luchas sociales que podrían englobarse en una sola revolución, o de distintas revoluciones?
– No. Yo creo que la intuición de Madero de la democracia, pero llevada más adelante, no como una democracia electoral, sino como dice el artículo tercero constitucional, como un modelo de vida o estilo de vida, ese el punto donde podría aglutinarse todo. Pero el hecho histórico es que solamente una facción estuvo presente en el Congreso Constituyente del 17; porque rechazaron a los villistas, rechazaron a los zapatistas, rechazaron a los floresmagonistas, y a muchos otros; y entonces resultó que una facción se dijo representar al país y por eso la problemática continuó. Y en cierto modo continúa, aunque la modernidad actualmente no tiene mucho que ver con eso.
Creo que en el momento en que se olvidó en el discurso político hablar de la revolución como se hablaba antes, digamos que como en los años 80’s, quiere decir que ya había que hacer otras cosas para adelante.
Omar: ¿Estamos en deuda con el villismo, con el zapatismo? ¿Ya pasó la Revolución Mexicana?
– Yo creo que en cuanto a historiografía, es decir, una revisión de la historia que se ha escrito, y revalorar a los villistas y a los zapatistas, sería muy importante. Pensar que México del 2010 en adelante tendría que seguir los lineamientos de Villa o los de Zapata, sería algo absolutamente anacrónico.
Creo que hoy la modernidad y posmodernidad presenta otro tipo de retos; y quizá el reto más fuerte que tenemos y que no queremos asumir es la galopante emigración de mexicanos. Tiene razones económicas, pero no sólo razones económicas; pero tiene consecuencias terribles en la estabilidad de la familia, en la misma identidad mexicana, crea problemas psicosociales, por ejemplo de ausencia, terribles.
Mientras no asumamos eso, que es además a nivel mundial un fenómeno de los más grandes que existen, pues podemos pensar romántica y nostálgicamente sobre otros tiempos que ya no son los nuestros.
Omar: ¿En qué consistirá la revolución del siglo XXI?
– Por un lado en el cuidado del planeta. Es decir, ya es momento que nos demos cuenta que el desperdicio de energía que se da sobre todo por los países más desarrollados, está aquí. Segundo; yo creo que tenemos que seguir pensando en la realidad de la familia. La familia, no solamente nuclear, es decir la familia de padres e hijos; sino la gran familia, es decir, el sentido comunitario; y el superar los egoísmos, los personalismos, los individualismos.
Hay una frase del papa Juan Pablo II que me ha hecho pensar mucho y he tratado de llevarla a la práctica en la medida de lo posible. Él dice: “Toda propiedad privada tiene un hipoteca social”. Y por propiedad privada no debemos entender nada más el tener bienes de fortuna, o ser dueños de una casa o un de automóvil, sino sobre todo, los bienes que provienen de la cultura, que provienen de nuestra base moral, de nuestra religión, de nuestra historia, de nuestras tradiciones; eso no es mío, individual, sino que tengo que compartirlo, o sea, darle una hipoteca social. Si pensáramos así, independientemente de pertenencias políticas o ideológicas, podríamos avanzar. Hay que hacer algo.
· El doctor Manuel Olimón Nolasco es sacerdote católico ordenado en 1973 e incardinado a la Diócesis de Tepic. Doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Profesor fundador de la Universidad Pontificia de México en la que permaneció de 1982 a 2003, fecha en que se integró como académico en el Departamento de Historia de la U. Iberoamericana. “La revolución del siglo XXI será el cuidado del planeta y la
recuperación de valores comunitarios”.
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