Del ascenso en México a la formación de talentos en Estados Unidos.
AHUACATLÁN.
Nacido en junio de 1985, el exfutbolista ahuacatlense Luis Nieves mantiene vivo aquello que lo define: el fútbol.
Lejos de casa, pero cerca de su pasión, sigue ligado al balompié desde los Estados Unidos, donde su nombre aún despierta recuerdos y respeto.
“Allá viene El Talismán”, decían en los pasillos del Club León, el equipo de sus amores. El mismo con el que ascendió a Primera División… y al que le regaló un gol que todavía se celebra en la memoria esmeralda.
Ese apodo no era casualidad: Luis tenía —y tiene— esa chispa que cambia partidos, que enciende gradas, que marca diferencias.
Hoy, lejos de los reflectores del profesionalismo, sostiene encuentros en ligas semiprofesionales del vecino país compartiendo la cancha con otras figuras retiradas del profesionalismo. Sigue marcando goles, pero desde otros espacios, desde otras trincheras donde también se juega la vida.

Pero su mayor conquista quizá no esté en la cancha, sino en la formación. Porque Luis no sólo patea el balón: enseña, guía, transmite. Lo mismo que hacía aquí, en casa, cuando dejó el profesionalismo y levantó su propio club para compartir lo aprendido. Esa escuela del barrio, esa entrega sincera.
Ahora, los pequeñines y sus familias en Estados Unidos lo agradecen. Ven en él a un maestro que no presume su historia, sino que la ofrece. Que siembra disciplina, humildad y sueños. Que apuesta por los niños como antes alguien apostó por él.
En pocas palabras, Luis Nieves sigue vigente. No por nostalgia, sino por presencia. Porque el fútbol no fue una etapa: fue un llamado. Es su pasión. Es su vida. Es su todo.
























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