
Francisco Javier Nieves Aguilar
“¡Qué detallazo!”, le dije a mi amigo El Yery, refiriéndome a aquel presente que puso en mis manos, el martes. Tal vez no de mucho valor, pero de mucho significado para mí, porque así pude comprobar una vez más que hay una sólida amistad entre ambos.
Gerardo había llegado a la oficina a eso de las 11 y media de la mañana. Nos saludamos y me hizo entrega de ese obsequio. Luego se despidió con efusivo apretón de manos. Yo me quedé pensando: Los verdaderos amigos son como un trébol de cuatro hojas, pues son muy difíciles de encontrar, pero son de muy buena suerte.
Los verdaderos amigos están contigo cuando más lo necesitas, cuando estas triste y necesitas de un abrazo, de un consejo o tal vez solo que te escuchen.
Que cuando estás enojado te soporten y te digan “calma no pasa nada estoy junto a ti” y aunque les digas cualquier cosa ellos entenderán. Aunque se sentirán ofendidos, pero tendremos que aprender a decir “disculpa, me equivoqué” y ellos sin pensarlo te perdonarán las veces que sean necesarias.
Cuando estés alegre compartirán tus risas tus malos o buenos chistes y disfrutarán cada instante. Cuando estés mal te darán un consejo.
Cuando existan los problemas tal vez no sepa que decir, pero estará ahí para apoyarte en lo que necesites. Te tendrá la suficiente confianza para contarte lo que le pase.
Y tal vez algún día no podrán seguir juntos, pero sabrán que cuando en realidad estimas a ese amigo, tú verás como le haces, pero tú seguirás en contacto con ellos.
Un amigo te escucha, comparte y analiza nuevas ideas y reflexiona junto a ti sobre esto, aquello o lo otro. Te da su tiempo… o te da una imagen tuya plasmada en un calendario.























Discussion about this post