A escasos días de revelarse uno de los secretos más predichos, pero hasta entonces no comprobados, sobre el espionaje que ejerce la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EE.UU. alrededor de todo el mundo, el presidente Barack Obama salió a decir en junio de 2013 que en la era actual es imposible “tener un 100 % de seguridad y un 100 % de privacidad”.
Aceptó, incluso, que para los estadounidenses es más importante lo primero que lo segundo. Esa fue precisamente la retórica que llevó a Donald Trump al poder. Y esa es la conjetura de que en México el presidente Enrique Peña Nieto podría haber vislumbrado para invitar al candidato republicano a sentarse con él, en el entendido de que algunos sectores del poder gringo harían todo para preservar su hegemonía.
Con todo y que nuestra información está expuesta, los demócratas no perdieron. Porque quiérase o no también ellos forman parte del mismo sistema de vigilancia mundial de correos electrónicos, llamadas, mensajes de texto, etcétera. Esta vez quienes quedaron evidenciados por sus limitaciones son los encuestadores.
Éstos creen que con un muestreo aleatorio o selectivo podrían descifrar el pensamiento y el sentir de los ciudadanos. Pero los hombres cada vez son más herméticos, más cerrados. Y así debe ser. De ahora en adelante los consultores políticos deberían analizar mejor lo que ocurre en redes sociales para percibir la certera opinión de quienes aspiran cooptar para sus filas.
Lo que ocurrió ayer, por tanto, debe servir de ejemplo para entender de que quienes tienen el poder político (entendido éste como la fuerza militar), pueden poner o deponer a quienes gusten. Sea un hombre de letras o un lego. Y tal parece que el discurso que más cautiva en estos tiempos al electorado es el que se aleja de los políticos. ¡Gran paradoja! Hacer política sin ser político.
Vox Populi: “Nos robó poquito, pero al menos les da a los pobres”.
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