La tecnología es un aliado a la hora de reducir el desgaste humano en la producción al tiempo que permite que ésta se eleve. Como nunca antes en la historia de la humanidad se generan bienes y servicios a menor costo. Sin embargo, son estas mismas técnicas de producción las que propician un consumo voraz y desatinado que nos cosifica como personas.
Me imagino que no hace mucho el hombre dejó de valorar lo poco que hacía con sus manos y conseguía con el sudor de su frente. ¡Cómo no apreciar aquello de lo que se carece! Y a la inversa, es lógico que el excedente nos parezca superfluo, que está de más. ¿Han sentido alguna vez la nausea por los excesos? Es un vértigo que nos enajena pero a lo que solemos estar atados por las circunstancias de identificarnos con la banalidad, de la cual es difícil escapar.
La excepcionalidad es un acicate para quienes están acostumbrados a lo habitual. Un político estrafalario es ahora el que acapara la noticia, y son los usuarios quienes colocan esa especie en el titular del día. No imagino a Manuel Avalos Salinas, a Ezequiel Parra Altamirano, al ingeniero Jaime Nolasco o a Francisco Javier Nieves incluir entre los encabezados a un accidente dónde mueren tres personas producto del sino. En cambio, esa eventualidad podría convertirse rápidamente en el trending topic o tendencia en las redes sociales tan solo por el número de likes, emociones o comentarios que produce.
Entre mis memorias imagino a aquellos primeros directores de El Regional recorriendo las oficinas de gobierno, organizaciones sociales, corporaciones policíacas, o simplemente caminando por la calle para observar y registrar todo lo que acontece a su alrededor. A Ezequiel Parra con una memoria fotográfica sentado en algún acto solemne para luego hacer un análisis juicioso, no sin antes pasar por la sala de captura para pedirle a las muchachas cómo quiere la maquetación del periódico.
A Francisco Javier Nieves lo veo en su máquina Olivetti leyendo y subrayando en su libreta de apuntes los reportes del día. Transcribiendo alguna entrevista hecha con una grabadora de casete (10 X 6.5 cm). Tachonando algún error e insertando en el rodillo una nueva hoja de papel reciclada para iniciar de nuevo con la escritura, procurando en todo caso que salga lo más pulcra posible; lo cual, cabe decir, es imposible para un buen escritor, pues siempre habrá algo en lo que se pueda mejorar.
Los veo a todos fatigados, corrigiendo una y otra vez su tarea. A Argelia, la correctora de estilo con sus lentes y una dedicación abnegada para que no haya errores de ortografía, gramática o sintaxis. A Ana en un computador apresurando a Paty y a Esmeralda para iniciar con el diseño del ejemplar. A nuestro entrañable Pili me parece verlo llegar en su moto para traer la correspondencia dónde vienen las colaboraciones de Tepic o de aquí mismo de Ixtlán del Río. El dinero de las suscripciones que le entregará a Rosy, la secretaria de Ezequiel, y posteriormente de Javier Nieves, quien además hará cuentas para que se haga una debida administración de los recursos.
Como un cordel de ropa por dónde desfilan las fotografías en el cuarto oscuro veo a un hombre de ojos saltones que espera con paciencia las placas que servirán para imprimir el periódico. Y al día siguiente, mientras todos descansan un par de horas, escucho a Palemón gritar con altoparlante: “¡Qué no le digan! ¡Qué no le cuenten, porque a lo mejor le mienten!”.
De aquellos tiempos ya pasaron 24 años. Un día como hoy se imprimió el primer número de El Regional en la colonia El Pinar de Ixtlán del Río. En aquel entonces yo tenía 11 años, y me enorgullezco de haber iniciado como vocero o vendedor de periódicos por las calles de mi pueblo, en Ahuacatlán. Hoy, como director, estoy más que agradecido con todos los colaboradores de El Regional. Jóvenes talentosos que comprenden que tenemos que ser concisos y abiertos a cualquier crítica, aunque a veces carezca de sustento o solo se vierta para denostar.
A nuestros clientes y proveedores les decimos gracias por su confianza, que reitero no está condicionada a nada, más que a difundir sus actividades. Nos comprometemos nuevamente a impedir que se nos amordace, se nos imponga una línea editorial, se le cierren las puertas al adversario político, a sus críticos o a quienes piensan diferente a ustedes. Para nosotros siempre estarán primero nuestros cuatro cibernautas; aunque seguiremos extrañando a nuestros cuatro lectores, aquellos que jamás tuvieron la oportunidad de expresarse como ahora lo hacen nuestros seguidores, quienes nos marcan el paso.
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