“Recientemente, nuestra querida amiga Leonor Landeros sufrió un accidente fatal y se encuentra en una situación muy crítica en la UCI: ¡Es la dama más dulce y amable que jamás haya conocido! Ella ha traído luz y alegría a todos aquellos que la conocieron. Nos gustaría ayudar a la familia con todos sus costos médicos ya que están atravesando esta dura prueba y los tiempos difíciles. Le agradeceríamos mucho si pudiera hacer una donación, por mucho que lo considere apropiado… ¡Gracias por su apoyo durante este momento tan difícil!”
Así me embargó la esperanza y la angustia. Lupita, la pareja de mi amigo César me lo contó llorando afuera del panteón, el domingo. Leonor estaba grave.
La noticia fue demoledora y pronto pensé en doña Amparo Salas, en don Epigmenio, su padre que ya descansa; en sus hermanos, Meño, César, Tomás, Rosario, Araceli, Leticia y Elvira. Pensé en su familia, sus hijos: Gladys, Pepe, Marcel e Ismael; su esposo José Carbajal, de la familia de gente trabajadora. De los nietos, del jardín de sangre y el florecimiento del amor. Angustiado me tocó saludar a César en los portales y triste me estrechó la mano. Me confesó que iban a partir en la tarde para ver a Leonor. Que al día siguiente se irían algunas hermanas. Un viento pesado brotaba en sus ojos y palabras. Me sentí mal, porque mi mente se llenó de recuerdos tantos que estuve desafiando al tiempo al volverlos a vivir. A Los Landeros los conocí en las épocas de la Preparatoria y en el futbol, en sus luchas libres, en los bailes y en las complicidades en la playa y las aventuras de la vida inocente y musical. En sus casas de la Madero y Abasolo. De aquellos bellos momentos de desafiar los retos. Su hermana Leonor, alegre, festiva, deportista y que cada vez viajaba a Cañada Honda de Aguascalientes para estudiar de Normalista. Leonor era cariñosa y festiva, siempre con su sonrisa rápida y la vi enamorada. Momentos que se conjugan con la cruda realidad. Falleció el martes. Años por vivir, gastarlos en el cariño, ramificar su ejemplo de luz. Mi pesar desde ayer, intentando buscar la forma de calmar el desasosiego que la escritura me calme el alma y la tristeza de este martes feo. Llegó la noticia en el trayecto del barrio, cuando TereSol-Men, publicó el mensaje sublime, dulce para compensar esta fatalidad. Muy doloroso, la familia Landeros devastada, los conozco, y sé que tienen el corazón unido, pero consternado. Ojalá que el dolor sea transformado, por esas cosas bonitas de la vida, en gratitud, en el amor supremo porque tuvieron una excelente hermana, que tendrán en su memoria los grandes y pequeños instantes de compartir la vida con Leonor. Que doña Amparo sea una fortaleza al lado de sus hijos que la quieren tanto y que estoy seguro se sujetarán a su árbol y raíz, para no dejarse vencer por los designios de Dios. Tu sonrisa eterna, tu amor permanece entre nosotros.
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