MESSI.
Pasan los años y ha roto marcas y ha estado a punto de romper otras. Es pequeño, piernas cortas, pie chico, cuerpo endeble y rostro insecto; por eso le dicen “La Pulga”.
Argentino de nacimiento, pero un visor se sumerge en los arrabales y El Barcelona de pequeño lo contrató y como se traza un lienzo en la diversidad de colores. El pulimento del bello diamante o su forjamiento de acero: Lionel Messi se presenta en el campo de fútbol para ser artista cuando imanta un balón y con los materiales de su existencia logra la belleza en su cadencia, la velocidad y el cambio súbito del cuerpo ante el viento con Barcelona.
No perdonan que en algún partido falle y no anote. Se fue a otro equipo que quiere ser grande: El PSG; pero antes lloró en el teatro futbolero. Nos hemos acostumbrado que es el alma del arte en escenarios múltiples, pero tiene un aliciente, ó, digamos, dos defectos: pesadilla por no ser campeón del mundo y vive en el riesgo de ser la sombra en el tiempo de Ronaldo refulgente.
RONALDO.
Portugués, arrogante. Viene del un grande y está en un grande: El Manchester United, Real Madrid, Juventus. A veces juega como si estuviera en un teatro. Impone moda con sus peinados, gestos y movimientos de sus musculosas piernas. Goleador con las dos piernas, con la cabeza y corre como un caballo guapo.
Amante de tantas y admirado y repudiado por tantos. Sufre cuando no gana y disfruta cuando juega para sus admiradoras en las gradas. Sabe que lo televisan, lo filman y ante celulares encendidos parece el artista que modela ante un balón.
Tiene una virtud y dos defectos: mete goles en cantidades industriales, no será campeón del mundo y acecha el peligro de ser la sombra de un Messi histórico y espectacular.
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