Tomado del Libro NAYARIT A TRAVES DE LOS SIGLOS (II) del autor Enrique de Aguinaga Cortés, comparto el siguiente relato:
El 2 de julio de 1685, en el pueblo de Tepic, el cual estaba bajo la Administración de la Alcaldía Mayor de Compostela, sucedió un acontecimiento bochornoso, siendo el autor de tal acontecimiento un fraile, el cual llevaba por nombre Fray Martín Jiménez.
Al enterarse Fray Martín de la ausencia del Alcalde Mayor, Don Jacinto de Pineda y Ledezma, comenzó a cortejar a doña Margarita de Covarrubias Figueroa, esposa de dicho Alcalde.
Cierto día, Fray Martín Jiménez, después de haber terminado de oficiar la Misa en las Casas Reales, siguió a la señora de Covarrubias y Figueroa y acercándose le dijo:
“Que mírese que venía resuelto que había de acudir a su gusto y que lo había de hacer luego, aunque no quisiera; y la susodicha respondió que ya le había rogado muchas veces no tratase de tal cosa ni cansarse de pretender tal cosa, porque primero perdería la vida mil veces que llegase a hacer tal ofensa a Dios y que así, que se fuese con Dios y que llegándose a ella a quererla manosear le dijo que cómo tenía atrevimiento y desvergüenza de entrarse en casa de una mujer de un Alcalde Mayor y honrada y de su calidad como él no lo ignoraba a quererla forzar por hallarla sola y ausente de marido”.
Al escucharle Fray Martín aquella respuesta sacó de entre sus ropas un cuchillo y la amenazó. Doña Margarita de Covarrubias y Figueroa, al verse presionada, emprendió la huida por todos los lugares de las Casas Reales dando de gritos, los cuales fueron escuchados por el preso Pascual de la Cruz, el señor Francisco Gutiérrez y su hijo, que era el cobrador real de la Hacienda en Acaponeta; Salvador, indio mayordomo del mesón de la ciudad de Tepic, los cuales apaciguaron el ardor de dicho fraile.
Al siguiente día Fray Martín Jiménez saltó las bardas de las Casas Reales y encaminándose rápidamente a la alcoba de doña Margarita, la cual se encontraba acompañada de una mulata llamada Josefa y la mestiza Francisca de Soto, Fray Martín Jiménez se acercó cautelosamente a la cama de la Alcaldesa, quien al sentir la presencia del sacerdote comenzó a hablar fuertemente para que sus acompañantes la auxiliaran. Más todo esto fue inútil, pues Fray Martín Jiménez continuaba insistiendo más en su deseo diciéndole que si no lo hacía la mataría.
Al ser amenazada por segunda vez, doña Margarita corrió a buscar refugio escondiéndose en la cárcel que estaba anexa a las Casas Reales. El sacerdote al no encontrarla gritó: “AHORA LA VERÉ SALIR AUNQUE NO QUIERA”, procediendo a incendiar las Casas Reales.
La mulata y la mestiza Francisca de Soto trataron de abrir la puerta principal para así poder lograr escapar del fuego, pero toda la lucha fue inútil y al no encontrar otra salida resolvieron escalar las bardas logrando así salir a la calle y poder abrir la puerta principal.
Rápidamente numerosos vecinos se acercaron para apagar el incendio pero todo resultó inútil, siendo pasto de las llamas todo el patrimonio familiar así como los archivos reales de tributos, alcabalas y libros Reales.
El Alcalde Mayor, Don Jacinto de Pineda y Ledesma, al enterarse de dicho incidente, rápidamente se quejó con las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas. La respuesta a tal queja es la siguiente:
“Señora Doña Margarita de Covarrubias: Siento mucho las noticias que vuestra merced me dá por la suya de los desahogos y desatenciones de ese religioso con una persona como vuestra merced, cuyo crédito y juicio conocemos todos. Debo por mi obligación justificar ese caso y averiguarlo con justicia, con todas sus circunstancias, con que necesito tiempo para esto. Vuestra merced de que todo se remediará muy a su satisfacción; en el ínterin me dirá vuestra merced qué razón halla tan de antemano de las costas de sus tributos. Dios guarde vuestra merced muchos años.
Guadalajara, julio 28 de 1685, Servidor de vuestra merced que su mano besa Fray Miguel de Aledo.
Discussion about this post