SARA MARÍA GÓMEZ COSSIO
Latinoamérica se ha destacado por su riqueza en recursos naturales, lo cual la ha posicionado como uno de los grandes productores de materia prima, sin embargo esta riqueza no le ha jugado completamente a su favor o no se ha sabido aprovechar, pues la materia prima a pesar de ser la base de los distintos productos que se realizan, termina teniendo un valor menor en comparación con el resultado final de lo que se produjo.
Esta historia latinoamericana se ha venido repitiendo en distintos países de esta región, en la que desde la Segunda Guerra Mundial se hizo una clara división internacional del trabajo como la llama Eduardo Galeano en la que unos países se enfocaron en ganar y otros en perder, refiriendo a los primeros como los del centro; tales son los casos de Canadá, Estados Unidos y Alemania por mencionar algunos, mientras que los segundos serían los países de la periferia englobando a la región latinoamericana, África y una parte de Asia, en la que en el caso latinoamericano se vio influenciado por políticas económicas promovidas por el Congreso de Washington que terminaron por instaurar a marchas forzadas un modelo neoliberal que no compartía las prácticas económicas, ni muchos nacía del propio entorno latinoamericano.
El impacto que tuvo este modelo en los países latinoamericanas se vio reflejado en el crecimiento de la desigualdad, en la ausencia de un mercado latinoamericano, en una industria de transformación bastante débil, en ser la principal oferta de mano de obra barata, el crecimiento del gasto público social y en prácticas de consumo interno mayormente fortalecido por las clases medias.
Cambiando la idea que se tenía de la globalización, en la que a pesar de haber abierto muchas oportunidades para los mercados crecientes, también existieron consecuencias negativas como los bloqueos, fronteras, restricciones y guerras que se pensaron que nunca ocurrirían, situaciones que están presentes por ejemplo en el caso cubano.
Sin embargo aunque esta periferia se puede pensar que es generalizada, la realidad en torno a ella es completamente diferente, pues existen países dentro de América Latina que a pesar de pertenecer a esta zona, generan una condiciones más empobrecidas que se encuentran alrededor de las ciudades que vendrían a ser el centro, bastando caminar unos cuantos kilómetros o metros en algunos casos para que las condiciones de acceso a servicios públicos, seguridad, educación y ofertas laborales cambien, como son los casos de Río de Janeiro en Brasil, Ciudad de México en México, Buenos Aires en Argentina, Santiago de Chile en Chile, entre otras, que lo que generan es un entorno completamente desigual a tan solo unos pasos, con la creación de las favelas en Brasil o de asentamientos irregulares.
Estas situaciones sin duda marcan al mercado latinoamericano y a su sociedad, en la que los grandes corporativos extranjeros tienen mayor poder de decisión respecto a la conservación de los recursos que poseen, explotando más allá del límite a la naturaleza y a su sociedad al permitir la mano de obra barata, por lo que resulta necesario examinar las prácticas económicas, erradicar las desigualdades y retornar el control de los recursos a sus países.
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