Desde muy temprano se empezó a difundir la noticia. Los medios nacionales e internacionales propalaron el fallecimiento de don Jacobo Zabludovsky, el personaje más importante de la comunicación en México.
[pullquote]Don Jacobo Zabludovsky: No soy un delator. Es un homenaje «Post Mortem». — Gilberto.[/pullquote]
Jacobo difundió los sucesos más relevantes del mundo entero durante casi 50 años. El periodista más poderoso y popular de la segunda mitad del siglo pasado que lo mismo entrevistó al Rey que al presidente de tal o cual país, a la reina de belleza y hasta el bolerito del barrio.
Entre esas personalidades que Jacobo entrevistó podemos enlistar a nuestro paisano nayarita Gilberto Flores Alavez, con quien conversamos esta tarde vía telefónica y quién nos narró cómo ocurrió aquel encuentro con Jacobo, a finales de la década de los años 80´s. Al respecto, Gilberto escribe:
“A principios del año de 1989 habitaba en la Penitenciaria del D.F. Fui llamado a la Dirección y el director, desmañanado, me esperaba en su escritorio. No. No me dijo ni los buenos días. Me señaló el teléfono y me dijo, “conteste”.
Advertí su desconcierto y no pregunté. Tomé la bocina. Con voz suave pero contundente, habló.
- ¿Qué tal Gilberto?, Jacobo Zabludovsky. Nos vamos a ver una vez más. Te van hacer un traslado. Y nos veremos en privado. Está todo arreglado. Claro, si tú aceptas.
Sólo lo inquirí si el permiso de externación lo iba a firmar el director. Me replicó apresurado:
- ¡Ya hablé con el Presidente Salinas! ¿De acuerdo?
Mi respuesta fue directa:
- Sí, señor.
Mi traslado fue en la famosa “perrera”, esposado y con un dispositivo de seguridad suficiente, pero no ostentoso. Llegamos directamente a una residencia. Lo supuse, cuando ya el portón estaba cerrado. Abrieron la puerta trasera del camión “blindado” y bajé escoltado por cuatro guardias.
Me esperaba en la puerta, erecto, con un suéter. Me extendió la mano – aunque tuvo que darme las dos, puesto que las esposas me impedían –. Ordenó que me desposaran.
Los guardias se quedaron “frios ante la presencia del señor”. No contestaban. Zabludovky arremetió:
- ¿Quieren que le hable al Presidente?; voy por mi celular – era un ladrillo, pero lo último, en comunicaciones, de aquel entonces -.
Accedieron, los guardias. Caminamos rumbo a una pequeña oficina. Cerró la puerta. Los dejó afuera. Nos sentamos a charlar por horas.
En esa intensa conversación pasé por todos los estados de ánimo. Terminamos con una sonrisa.
Lo único que puedo decir es que me advirtió que estaban presurosos escritores, periodistas nacionales e internacionales para “hacer mi historia en un libro”. Terminó:
- No te lo aconsejo en este momento -. No es momento de explicaciones. Lo más importante es que eres un joven valioso y tienes derecho a vivir una nueva vida. Piensa en que lo sobrepasaste admirablemente. Y tienes una gran oportunidad como ser humano. ¡Aprovéchala! Sé que eres inquieto con la pluma. Puedes escribir “algo”, pero que tú cuentes, sin que sea tú historia. Me abrazó. Inhaló profundo y me llevó – ya esposado – hasta la puerta de la perrera.
ESPITAFIO:
Un hombre que sabía decir sin decirlo. Al final, como gran investigador, lo sabía todo. Guardaba las formas o era su método dilecto. Inteligencia preclara y, en ocasiones irónico y bromista.
Lo supo todo. Sació conmigo su sed de saberlo. Valió la pena. Se lo merecía. Me esforcé dolorosamente por complacerlo. Supo que le hablé con la verdad. Cumplí, con ese hombre de México hasta ayer desterrado y maltratado.
Me quedo con su abrazo, que todavía lo siento. Caluroso. Y se lo devuelvo con cariño y respeto. Hoy, en su gran final. Hasta siempre, amigo. Gilbertito, como me decía. Zabludovky el precursor de BESO NEGRO y un promotor -Ad nausea! Gracias mil. Estaré”.
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