Todo mundo sabe que el 21 de julio de 1969 el hombre puso su primer pie en la luna; y aunque poco signifique recordar el nombre del nauta[*], la bandera sembrada allá arriba fue notable para su país, pero se dice apropiadamente que el “gran paso fue por causa de toda la humanidad”.
[pullquote]“Prefiero conocer una Causa a ser el Rey de Persia”[/pullquote]
Las causas que hoy nos ocupan sobre el desarrollo turístico se plantearon hace mucho. La luna siempre estuvo, está y estará allí. Un primer golpe hace “La Chuza”. Sobre el cimiento se alinea la barda; y al revisar los planos luego todos ponen manos a la obra al comprender la importancia.
Ahuacatlán y su gente serán beneficiarios permanentes de éste andar. ¿Quién le ha puesto premio, precio o condición al trabajo voluntario y altruismo desinteresado?
Es injusto decir que el movimiento “Rescatemos Ahuacatlán” haya hecho el trabajo “sucio” – aunque de esta manera implícitamente se entienda que hubo quien hizo el trabajo “limpio” –. Ninguno de ellos cometió delito alguno, serían los chiquillos los que ensuciarían pañales en el reclusorio de no haber sido por consejas de mesura, la “Madre de Prudencia”. Fue la garra, la valentía y determinación del grupo “Rescatemos” lo que templó las través y colados de este proyecto, pues la misma mano que acaricia puede abofetear al defender su casa. Acto muy loable: Si el fin es lícito, lo son también los medios. Se aprecia mucho al pueblo y su gente por su decisión informada, la voz siempre la alzaremos libres de prejuicios sea en el desierto o ante reyes. Yo también soy “Rescatemos”.
Una mano primero, otra después, terminó defendiendo nuestro patrimonio milenario, pues no son las manos solas, sino el cuerpo y la mente de Ahuacatlán, todos, quién se despertó. Y los que tienen talento le apuestan en nombre de todos. Son bienes públicos.
El sentido de colectividad es que “si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es glorificado, todos los miembros son glorificados con él”. Ahuacatlán requiere una colectividad activa y renovada para el bien común.
Leobardo, mi buen amigo de rutas como buen atleta, sabe bien que las medallas se entregan solo si cruzas la línea de meta al final de la carrera. Nadie en Ahuacatlán merecemos ninguna “medallita”. El podio se pone al terminar la tarea. En tal caso, los empolvados empedradores ya se la ganaron. ¿Qué no saben que en una carrera todos corren? ¿Qué motiva mi carrera, tú carrea? Tía discordia o mamá discordia.
El axioma de la impenetrabilidad afirma que “dos cuerpos no pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo”, pero si alterno, y es científicamente cierto en sentido físico a la unidad de la persona – el alma –, se traduce en algunas lenguas “hombre físicamente capacitado”. Empero, el principio de exclusión de Pauli establece que no puede haber dos “entes” absolutamente idénticos, la variedad hace lo perfecto. Ahuacatlán requiere requiere colectivos bien focalizados en una sociedad “físicamente capacitada”, libre de mezquindades, donde cada uno hace y da según su propio corazón e intelecto de manera generosa, pues nuestra “lunes” aún debe conquistarse para los ahucatlenses con una sola alma. Ya en adelante, todo lo que continúa sembrándose así será, porque “la causa de la causa será la causa de lo causado”.
“Unión y Servicios COAH A.C.” y “Rescatemos Ahuacatlán”, nacieron del pueblo, son del pueblo, por causas del pueblo. Se sembró una semilla. Ahora son dos y mañana una deseable gran pluralidad, porque ambos son – colectivo, movimiento social o asociación –. Están y estarán siempre en la carrera. Su presencia es gratificante, como el ejemplar “Grupo Chonino’s” y Vientos de Octubre.
Ratifico lo expuesto en “Acierto entre Concordias”, pues deberíamos ser llamados el consorcio “Rescatemos la UNIÓN y servicios de Ahuacatlán A.C.” como un solo cuerpo, al seguir motivando la mente de nuestro pueblo en todos los frente legítimos.
Un fuerte abrazo.
[*] Por cierto: el nombre del nauta que plantó la bandera en la luna fue el norteamericano Neil Armstrong y los rusos llegaron después. Recuerda, Armstrong no se quedó en la luna, la tierra es nuestro verdadero hogar.
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