Es una finca enorme. Con altos muros y pilares que forman arcos erguidos sobre el patio central donde seguramente alguna vez hubo una fuente; clásica arquitectura del medio oriente, tierra de árabes.
Para llegar a la planta alta se construyó una larga escalera en forma de espiral. Los pasillos, arriba y abajo son anchos, como las puertas y las ventanas, edificaciones barrocas que distingue a las casas de la época colonial. Principalmente de los hacendados españoles. De hecho, bien pudiera ser que la familia Yeme, de origen árabe, fuera emigrante, más nómadas que quienes conquistaron a España en el siglo VIII.
Sentada en silla de ruedas, Cholita (Ma. Soledad Hernández) quien vivió gran parte de su vida en esta casa, cuenta de cómo Los Yeme encomendaron la obra de la finca al maestro Pedro González.
“Antes no había arquitectos – refiere – se les llamaban maestros. Y el señor Pedro González terminó esta casa en 1886”.
Tras ocupar la casa, los árabes – mercaderes por naturaleza – tuvieron que contratar servidumbre para los quehaceres domésticos. Seis hermanas fueron llamadas para asistirlos, mismas que a la postre se ganaron el mote de “Las Perlas”.
Isabel, Refugio, Hermelinda, Francisca, Soledad y Carmen, todas de apellido Hernández Ramiro, se ganaron la confianza de Santiago D. Yeme. Sin embargo, durante las disputas en la época del reparto agrario, los árabes tuvieron que huir tras sostener resistencia y mandar asesinar a varios agraristas de la época.
Ahora se sabe que se habían prevenido contra las hostilidades de que eran objeto, y la evidencia está en que tras la remodelación de la plaza comercial Las Perlas, se encontró un túnel que – dice doña Cholita – utilizarían los árabes para huir.
De acuerdo al hallazgo de los actuales propietarios, este túnel conduce hasta el punto donde se ubica la fábrica La Villita. ..
Los árabes partieron pero dejaron encomendados el negocio a las seis hermanas Hernández Ramiro, ellas se llevaron a vivir a Cholita de recién nacida, pues su madre murió en el parto. La criaron como su hija y allí establecieron una memorable tienda de ropa y otros enseres que aún le tocó atender a Cholita.
Muchos aún la recuerdan. Inclusive hay viejos en la ciudad que llegaron a conocer a Carmelita, la última de Las Perlas.
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