
Esa misma lluvia de la tarde serviría tanto a niños como a jóvenes para hacer más festivo el recorrido del rompimiento, valiéndose de los charcos para bailotear en el fango y salpicar a cuanto cristiano estuviese cerca.
A las seis arrancó el contingente encabezado por las autoridades municipales y los invitados especiales; una vez más, haciendo feliz mancuerna Roberto Sandoval e Ivideliza Reyes. Carlos Carrillo se acompañó de Manuel Pérez Cárdenas, su amigazo del alma y titular de la delegación del Fovissste en Nayarit, así como de la diputada Felícitas Parra. Representando al gobernador estaba el licenciado José Luís Dónjuan, quien como siempre guardó la compostura y se condujo con mucha solemnidad.
El desfile partió del asta de bandera siguiendo la calle Tampico, doblando por la Morelos, Morelia, Juárez, Mazatlán e Hidalgo. Fue precisamente en el cruce de éstas últimas calles, a espaldas de la presidencia, donde se colocó la tribuna desde donde los funcionarios observaron la marcha sandunguera de comparsas, mojigangas, carros alegóricos y reinas, muchas reinas.
El primer carro en pasar llevaba a la hermosa Karen Primera, quien horas más tarde sería coronada, y sus princesas. Luego el club de leones con su guapísima representante de belleza.
Las siguientes cuatro caravanas en seguir, participaron para el deleite de Roberto Sandoval, aunque por igual las disfrutamos todos. Se componía del carro alegórico del Ayuntamiento de Tepic, en conmemoración del Bicentenario, con su digna representante al frente; el Turibús, un grupo del DIF municipal de la capital y una cuadrilla de la organización Fuerza Nayarita, que intervino con mucho entusiasmo.
Atrás venía la reina del Club Jala, la del Club de Nayarit en Los Ángeles y las embajadoras de la tercera edad, todas con sus respectivas comparsas. Los Nieves continuaron la presentación con una playera donde se leía: “Yo amo a Jala, y a tu mamá también”. La algarabía de aquellos jóvenes no paraba. Como siempre, el Club Brujos continuó la jarana.
En las gradas, como en las vallas, los espectadores alzaban las manos pegando de brincos para atrapar las playeras o dulces que entre las comitivas lanzaban. Los niños se arremolinaban como si fuera posada. Esta vez, la Cervecería Corona falló: no trajo a las bailarinas en minifalda; aunque quedó bien dispensada multiplicando la donación de sus productos. En Jala nunca antes se vio tanto atleta.
El Club Sementales más bien parecía de cabras locas, con el júbilo que se cargaba. Las y los modelos OCD se llevaron varios chiflidos de admiración, y eso que iban de espaldas en una camionetita pequeña. GUPS preparó una dinámica novedosa y llamativa; y el Club Vive, de diabéticos e hipertensos, fue el que más aplausos despertó entre la concurrencia.
Al final del contingente iba la Caja Solidaria de Jala, los charros de la región, la burrita tequilera – que ya no sentía lo pesado de su carga, sino lo tupido de los borrachos que iban detrás de ella –, las Grúas Cossío, y la Cruz Roja de Ixtlán, que presentaron un sedan rojo con registro de reciente accidente, y donde fallecieron sus tripulantes muy cerca de Jala. “Pa’ que se acuerden que somos barro, que vale más llegar un poco tarde y que hay gente que trabaja mientras otros bailan”.
Del acto de coronación, que duró media hora, destacan las palabras del presidente municipal, Miguel González, y el ramillete de lindas flores que desfiló por el escenario donde a eso de las ocho y 40 de la noche se ciñó la corona Karen Carrillo entre los papeles multicolores y los juegos pirotécnicos que se lanzaban del ala derecha del palacio municipal. Por cierto, un fotógrafo sobresalió por la atinada coordinación de todas las poses y perfiles que tenían que tomar las chicas y los funcionarios. Hecho que además resultó divertido cuando hasta dispuso el momento exacto en que tuvo que ser coronada la reina.
Después de esto no tardó en comenzar el baile. Con tal de mover el bote, chaparras con altos, gordos con flacas y feos con guapas convenían en bailar. Por las calles oscuras los “miones” le daban otra regadita a la tierra pedregosa de Jala.
Los comelones renegaban de la lentitud de las cenadurías. Otros mejor se llevaban un rollito de guayabate a sus casas.
Finalmente, en una esquina desolada un chamaco de algunos 12 años detenía al vendedor de flores sujetándolo por el hombro: – “Oiga a cómo da las rosas”.


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