IXTLÁN DEL RÍO.- Provienen de distintas latitudes; de Jalisco y de Chihuahua, de Durango y de Yucatán; de Michoacán y Oaxaca y de otras partes de la república; incluso de los Estados Unidos y de otros países.
Algunos llegaron a Ixtlán en la noche de ayer. Otros arribaron al filo de la madrugada y en el transcurso de esta mañana.
La hacienda de La Zarca fue su punto de reunión. De Ahí partirían hacia la Sierra Madre, a nueve kilómetros aproximadamente de esta ciudad.
Entre brechas y caminos sinuosos y luego de casi una hora de camino, se plantaron en lo alto, allá donde se funde el viento limpio y la naturaleza viva, entre árboles y arbustos, aguas cristalinas y una vegetación reverdecida por el temporal de lluvias.
El contingente se conforma por alrededor de 300 personas; todos ellos pertenecientes a la asociación denominada “Raíces de mi tierra”, fundada a principios de los años 80´s con el propósito de promover, fomentar, e integrar las comunidades latinoamericanas a través de actos culturales.
Los integrantes de la referida asociación acostumbran realizar tres o cuatro ceremonias culturales al año. Y esta vez eligieron a Ixtlán del Río como centro ceremonial fijo que está ubicado a nueve kilómetros de la ciudad, en plena Sierra Madre, en los límites con el municipio de Amatlán de Cañas.
La estancia de estas personas se prolongará por cuatro días, tiempo durante el cual se sumirán en una ceremonia identificada con Norteamérica, denominada “Danza del Sol”.
Paloma, una mujer proveniente de Durango, comentó que las actividades son coordinadas por Heriberto Villaseñor, director general del mencionado organismo; e indicó que en este evento habrá temazcales y que también se harán muestras de rituales autóctonos destinados a todo tipo de público “ya que está pensado para que convivan familias enteras”
Por ahí se miró a Loreta y a Tom Cook, una pareja perteneciente a la tribu sioux, de Lakota, Estados Unidos – pueblo que habita en las márgenes del río Musuri –; pero también se observó a indígenas huicholes, tarahumaras, Yakis y otomíes.
“Es un trabajo espiritual con el que se busca desintoxicarse de la vida moderna y entrar en contacto con la madre tierra”, mediante un ayuno de comida y agua, durante cuatro días, en los que se abandona el campamento base para permanecer en la sierra. “Buscamos una liberación total”, señaló Paloma.
La Danza del Sol, cabe explicar, es una ceremonia espiritual practicada desde hace siglos por algunas de las Naciones Indias Norteamericanas. Cada tribu tiene su propia forma de realizar el ritual, aunque la mayoría de ellas tienen elementos en común tales como ciertas danzas, cantos orezos.
También es común tocar tambores y realizar ayuno. En algunos casos el ritual incluye un tipo de piercing que consiste en introducir en el pecho, los brazos o la espalda un hueso afilado produciendo un desgarro en la piel. En muchas de las Danzas del Sol que se realizan a lo largo del continente americano se considera irrespetuoso tomar fotos, para favorecer la privacidad de los participantes. La bailan ambos sexos, hombres y mujeres.
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