Dos minutos para ti
Mientras encuentro mi media naranja, me chingo unas cuantas mandarinas. Anónimo)
Flor de Loto
Por casualidad me he enterado de que se ha creado un grupo en Facebook de los que van comiendo mandarinas mientras buscan a su media naranja.
El grupo no es nada desdeñable: hay más de 200 mil personas que se reconocen “mandarinas” a lo largo y ancho del mundo. Y me ha hecho gracia, ¿quién no ha sido mandarina alguna vez?; y no sólo para entretener la búsqueda de la media naranja, sino porque a veces es una sola mandarina lo que quieres.
Yo creo en los efectos beneficiosos que tienen las mandarinas, del mismo modo que creo en los efectos nocivos que puede provocar la búsqueda de la media naranja. Porque yo no creo en las medias naranjas y mucho menos en la existencia de una única media naranja que nos completa. Yo creo en las naranjas enteras, creo que todos somos –deberíamos ser– naranjas completas.
Si no estoy de acuerdo con la búsqueda de una media naranja es porque me parece que eso implicaría renunciar a la mitad de mí misma, no percibirme como una persona completa si no es en compañía de la otra persona.
“EL MITO DE LA MEDIA NARANJA”
Muchas veces hemos escuchado las frases “mi alma gemela”, o “mi otra mitad”. En Latinoamérica es muy común denominar al cónyuge o novio como “mi media naranja”. Esto refleja la idea que se tiene de la pareja…
Se entiende que una buena pareja es el afortunado encuentro de dos mitades.
Podemos encontrar en todo el mundo el mismo simbolismo asociado, por ejemplo, con las dos mitades de un corazón. Sin embargo, ninguna de estas imágenes debe producir entusiasmo. Por el contrario, deben producir preocupación.
La peculiar matemática del amor, esa de la media naranja, quiere hacernos creer que para formar una pareja se necesita el encuentro fortuito de dos seres humanos partidos por la mitad. Es preferible no utilizar esa definición, porque alimenta malentendidos y produce sufrimiento. Es preferible ver a la pareja como al conjunto de dos individuos que libremente eligen viajar juntos por la vida y que ambos entienden que son dos personas completamente diferentes y únicas, con distintas personalidades, emociones, deseos, propósitos, creencias y pensamientos.
Contradiciendo a la teoría de la naranja, es preferible no estimular la búsqueda de una persona considerada como una mitad suplementaria, sino el encuentro de otra persona completa. Una persona que nos atraiga, conmueva y transporte a una mejor manera de ser nosotros mismos; no otra mitad, una media naranja, sino tal vez una hermosa e interesante manzana. Los seres humanos, como las frutas, venimos en diferentes sabores, texturas, tamaños y tipos.
Cuando un hombre y una mujer se encuentran y comienzan la infinita tarea de construir una pareja funcional, pronto descubren que no suplen sus necesidades. Es imposible definir al amor, simplemente hay que expresarlo. Se expresa mas fácilmente cuando los amantes se conceden mutuamente un espacio en sus corazones, reconociendo la existencia del otro como singular y diferente.
En ese juego sagrado e interactivo aprendemos a compartir afinidades y diferencias, alimentándonos como individuos y como miembros de una pareja.Y ante todo, digo una cosa, que no para ser feliz hay que estar en pareja, lo importante es estar a gusto con uno mismo y ser naranja entera. Flordeloto2010@gmail.com
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